06/May/2024
Editoriales

La Araña Migala

Un compañero mío de la escuela preparatoria sufría de aracnofobia, es decir, le tenía pánico a las arañas. En aquellos tiempos a inicios de la década de 1960, al menos entre quienes estudiábamos en la Prepa 2 de la Universidad de Nuevo León, no sabíamos que esa era la denominación científica para describir la situación siquiátrica de quien sufre esa aversión a los arácnidos. 

Entre aquellos compañeros había uno muy bromista al que le decíamos El Gato, del que no recuerdo su nombre.

Y el mentado Gato, sabiendo del problema de este amigo, que hoy es un destacado comerciante, echó en una bolsa de papel que, por cierto, estaba manchada de grasa o manteca, una ‘tarántula patona’ de cuerpo peludo y oscuro.

Para no hacer muy cardiaco el relato, sólo le diré que en el pasillo que comunica los salones del segundo piso del recién estrenado edificio de esta Escuela, me tocó ver el encuentro más dramático que hayan visto mis juveniles ojos cuando El Gato le regaló ‘una pieza de pan’ que iba en la bolsa al compañero de marras, quien desconfió desde el principio que fuera algo bueno, pues no quería ni tocar la bolsa, así que el Gato se la echó cerca de sus pies… y por poco salta por el pretil y su grito fue escalofriante.

Desde luego que las carcajadas se escucharon en toda la escuela, y nuestro compañero estuvo cerca de un infarto.

Después leí que el verdadero nombre de esa tarántula es Araña Migala y es la más grande de las 42 mil especies de arácnidos que existen en la tierra. Los ejemplares de medidas mayores se han encontrado en América del sur, y han llegado a medir unos 25 centímetros incluidas las patas. 

Tienen unas glándulas que segregan hilos de seda fuerte, tanto que hay prendas para vestir de ese material sin mayor tratamiento, y casos de ese tipo se suceden seguido más que en Sudamérica, en Madagascar. 

Aunque aquí decimos que no es peligrosa, sólo fea, los sitios especializados dicen que también segrega un veneno que paraliza a quien lo inyecta, lo que le permite atrapar víctimas para alimentarse. 

Claro que su veneno es menos agresivo que el de la llamada Viuda Negra, pero a diferencia de ésta (la viuda negra es tímida), la Migala es osada ante el hombre.

En aquella ocasión vi cómo la quemaron en un terreno baldío que servía de campo de entrenamiento a los jugadores de fútbol americano, en donde ahora están las oficinas de Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey.

Cuántas cosas hemos vivido quienes tenemos cierta edad…