02/May/2024
Editoriales

La dolorosas huellas del amor

Hay historias inolvidables. Una de ellas la leí hace años en un librito de historias de amor que no encuentro, pero esta la recuerdo bien y la he contado en varias ocasiones.

Sucedió en un pueblo de Florida, hermosa tierra conquistada por España y que ahora es de Estados Unidos, es un paraíso con embalses naturales de agua y fauna pintoresca.  

En esa población, un niño quiso mitigar el calor metiéndose a nadar en una laguna que estaba  detrás de su casa. 

Sin pedirle permiso a su madre, nadaba cerca del pequeño muelle donde su padre acostumbraba dejar una lancha de pesca, pero el chiquillo no se dio cuenta que un cocodrilo iba acercándosele.  

Afortunadamente su madre tenía unos minutos viéndolo pues lo hacía sin su permiso, y pensaba darle un buen escarmiento. 

Afortunadamente ella alcanzó a percatarse del peligro y de inmediato le gritó mientras corría hacia el niño quien al escuchar los gritos entendió y nadó para acercarse al muelle. 

Ella llegó hasta donde estaba su hijo y lo tomó de los brazos pero el animal casi saltó del agua tomando con sus fauces las piernas del niño. 

La madre gritaba y jalaba al niño con todas sus fuerzas, y aunque el cocodrilo era poderoso, ella sacó fuerzas inexplicables que estiraba al hijo muy fuerte por lo que el depredador lo zarandeaba de sus piernas para que ella lo soltara pero eso no sucedió. 

Casualmente un vecino que acostumbraba cazar por deporte diariamente, pasaba en su lancha y al escuchar los gritos de la mujer se acercó al cocodrilo y lo mató con su rifle.

Sin embargo, el animal muerto tenía trabadas en sus quijadas las piernas del niño, así que hubo de realizarse una operación médica de rescate en el hospital, y con sus inocultables secuelas, pudo caminar de nuevo. 

La historia llegó hasta un periódico de Miami, enviaron un reportero a entrevistar al niño, y llegó preguntándole por las cicatrices en sus piernas.

El chiquillo se las mostró, pero le dijo: esas no importan, estas, las de mis brazos, son las mejores, levantándose las mangas de su camisa.

Eran las marcas de las uñas de su madre que nunca lo soltó y le dejaron marcado para siempre.

Esta historieta nos deja la moraleja de que muchas cosas que parecen ser malas, muchas veces son las marcas del amor de Dios o de nuestros seres queridos que nos salvaron de las peores tragedias y ni siquiera supimos que estuvieron a punto de ocurrir. Son las dolorosas huellas del amor.