30/Apr/2024
Editoriales

Un Quejido

De plano ya no lo aguanto; ese animal me sigue haciendo daño. 

Le he dado lo mejor de mí; le abrí las puertas de mi hogar, lo presenté como el huésped predilecto, y los otros como que se resistieron un tiempo hasta que aceptaron mi decisión. 

Le permití que comiera de mi despensa, que durmiera en mi cobijo, que se reprodujera sin decoro frente a mí.

También me ha dado algunas satisfacciones, lo reconozco. 

Sus hijos me han hecho reír de buena gana y se las ha arreglado para subsanar algunas deficiencias en mi casa, que aunque quien las disfruta sea él, en realidad el que construye en propiedad ajena, no adquiere derechos.

Conozco algunos casos que son patéticos, pues hay gente que invierte tiempo y sus mejores esfuerzos para conquistar el corazón de un ser querido que no le corresponde y pierde lo invertido en él.

Me ataca cuando puede, detonando bombas atómicas, excavando pozos profundos para extraer petróleo, no solo agua, para sacar metales preciosos. 

Contamina mi agua y mi aire, es un inquilino ingrato.

Por eso me defiendo con terremotos, marejadas, tsunamis, tifones, ciclones, torbellinos…

La Tierra

Anónimo