26/Apr/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Octubre 26 de 1842: expide Antonio López de Santa Anna un decreto que declara obligatoria la educación desde los siete hasta los quince años para hombres y mujeres en México. El sistema educativo que prevalecía en aquel momento era el Lancasteriano, que permitía educar a bajo costo, pues unos estudiantes enseñaban a otros. Este decreto que a todas luces tiene buena intención, pareciera ser un ardid distractor del presidente Santa Anna, para dar de qué hablar mientras prepara la disolución del Congreso y se retira –una vez más- de la Presidencia de la República dejando a Nicolás Bravo, quien quedaría en tan relevante posición hasta el 5 de marzo de 1843.

El tema de la educación ideal siempre ha sido una quimera para México, y la Compañía Lancasteriana llegó a nuestro país justo en el momento que iniciaba la vida democrática y presidía México el héroe Guadalupe Victoria, el primer presidente de la República y tal vez el único que terminó su mandato en el siglo XIX sin mayores sobresaltos. Jesús Martín Esquivel es citado en “Memoria Política de México”, versión digital, porque escribió que la Compañía Lancasteriana había establecido una red de corresponsales suyas en todo México, pues en cada “Departamento” tenía una sucursal que atendía las demandas educativas con el apoyo de los Ayuntamientos, pues ellos eran corresponsables de la impartición de la educación, y de esa forma resolvían en buena medida el problema, ya que lo demás, que era básicamente el lugar dónde impartir las clases, nadie les obligaba a que fuera un espacio muy bien acondicionado, simplemente un salón donde los estudiantes pudieran escuchar las clases.

Actualmente sigue sin resolverse del todo este problema, pues está vigente una reforma educativa que exige evaluar al magisterio, pero en el cambio de régimen político podría revertirse para continuar con la antigua costumbre de que un sindicato de maestros sea el que decida lo procedente con la calidad de la educación. Mientras México no resuelva bien este tema, seguiremos siendo una nación sin competitividad frente a las grandes potencias internacionales.