Marzo 7 de 1821: se enteran el virrey Juan Ruiz de Apodaca, el Ayuntamiento y el arzobispo de la ciudad de México del Plan de Iguala. Apodaca ofrece en primera instancia a Agustín de Iturbide el indulto si detiene el proyecto de Independencia, pero el Plan de Iguala ya había sido proclamado el 24 de febrero anterior, y no sólo por Agustín de Iturbide, sino por Vicente Guerrero. Ambos, Iturbide y Guerrero, representaban a los dos ejércitos en lucha -el realista y el insurgente- y planteaba cuatro puntos: Independizar a la América Septentrional de España; apoyar a la monarquía con Fernando VII al frente, o con alguien que este enviara; permanecer como un país de religión única (Católica); y unir a todas las clases sociales, incluyendo a las castas.
El día primero de marzo, Iturbide había puesto a consideración de sus tropas este Plan de Iguala, y la aclamación fue total, aprobando que él (Iturbide) fuera el Jefe del Ejército de las Tres Garantías: Religión, Independencia y Unión.
Al día siguiente, la Ciudad de Sultepec, con el coronel realista Miguel Torres al frente, secundó el Plan de Iguala. Como Iturbide no se comunicaba con Apodaca, el 14 de marzo fue declarado fuera de la ley junto con sus partidarios. Obviamente que el Plan siguió adelante, extendiendo Iturbide nombramientos a los principales jefes del ejército trigarante. A donde sí envió un comunicado el 16 de marzo fue a las Cortes de España, para informarles de lo sucedido. El 20 de marzo se adhirieron al Plan de Iguala los generales Anastacio Bustamante y Agustín Parrés, y Vicente Filisola hizo lo propio en Zitácuaro el 8 de abril. Ya era irreversible el proceso de surgimiento de una nueva nación que ahora se llama México. Guadalupe Victoria, López de Santa Anna, José Joaquín de Herrera y todos los militares que tenían a su cargo regiones importantes del país, se declararon apoyadores de la independencia nacional. Hasta en Monterrey, el inefable comandante Joaquín de Arrendondo, se adhirió al Plan de Iguala y proclamó la independencia el 3 de julio.
