Mayo 10 de 1986: Cierra sus puertas definitivamente, un día antes de declararse en quiebra, la empresa Fundidora Monterrey. En 1889, Juan R. Price obtuvo del gobernador Bernardo Reyes la primera concesión para edificar una fundición de hierro “Fundición de Fierro y Elaboración de Maquinaria de Monterrey” y en 1900 se establece la Compañía Fundidora de Fierro y Acero, marcando el despegue industrial de nuestra ciudad.

   Ya se sabía que en los alrededores de Monterey había yacimientos de fierro y carbón, y Vicente Ferrara, un italiano conocedor de empresas siderúrgicas norteamericanas, en sociedad con León Signoret, Eugenio Kelly y Antonio Basagoiti Arteta, consiguen financiamiento y apoyo gubernamental en materia fiscal, así como un predio amplio –de más de 220 hectáreas- para instalar la empresa conocida como La Maestranza en mayo 5 de 1900.

  Reunieron 10 millones de pesos con empresarios locales como Isaac Garza y otros de ese calado, así como minas y fondos mineros para explotación de materia prima para abastecer el primer alto horno funcionando en toda América Latina, mismo que se inaugura en 1903, produciendo 350 toneladas diarias de acero. En 1907 asume la dirección de la empresa Adolfo Prieto, un español asturiano que se dedicaba a las actividades financieras e industriales. Aplicó todos sus conocimientos y tuvo una actuación excelente, convirtiéndose además en filántropo. Instituyó las escuelas “Acero”, donó el Parque España a la ciudad de Monterrey, y construyó la maternidad María Josefa. Don Adolfo implantó una nueva mística de producción y ventas, llegando en 1909 una producción de 84 mil toneladas.

   Para 1917 viene otro español nacionalizado mexicano, Carlos Prieto, quien potencia la capacidad de producción, adquiriendo los yacimientos de Hércules de Coahuila y el Cerro del mercado en Durango, asegurando así que la Fundidora no se detendría por falta de materia prima. La época del llamado Milagro Mexicano catapultó el crecimiento de la Maestranza, pero al mismo tiempo evidenció que sus tecnologías no estaban a la altura de las plantas siderúrgicas mundiales, y al término de ese fenómeno económico, a principio de los años sesenta comenzaron los problemas económicos agudizados por un sindicalismo dirigido a nivel nacional por Napoleón Gómez Sada, demasiado exigente con la empresa.

   Entre 1976 y 1978 el gobierno federal la refaccionó económicamente pero ante la falta de pagos, hubo de tomar parte de las acciones pues de otra forma se declararía la suspensión de pagos. Y la empresa se convierte en una de participación estatal mayoritaria, formando parte del grupo SIDERMEX. Al término del año 1985 el 89% de las devaluadas acciones de la empresa estaban ya en manos gubernamentales. Sus pasivos andaban en 595 millones de dólares, llegando en 1985 a los 622 mdd. Sobreviene una baja en la demanda de productos de acero y el problema crece aún más, porque la producción de acero líquido disminuye en 24%.

   En fin, el 8 de mayo de 1986 se reconoce que la empresa está técnicamente quebrada, causando gran revuelo en el país, porque se trataba de 8 mil 800 personas desempleadas en una época en donde la crisis económica era un flagelo que afectaba a la región noreste más que al resto del país.  36 empresas filiales, 500 proveedores y 150 talleres más constructoras que le daban servicio y con una cartera de 15 mil millones de pesos, quedaron sin sustento. El gobernador Jorge A. Treviño hubo de sumarse a la marcha de los trabajadores que protestaban por la decisión de cerrar las puertas. Todos nos conmocionamos porque de uno u otra forma teníamos algo que ver con la gran empresa de Monterrey.

   El presidente Miguel de la Madrid por la vía de un decreto, donó al estado de Nuevo León, los terrenos para que se construyera el Parque Fundidora, que hoy es el pulmón verde más importante del área metropolitana y donde se ubican centros de esparcimiento, salones de convenciones y de espectáculos a nivel internacional.