Editoriales

La noche de los cuchillos largos

El partido de Hitler se autodefinía como nacional, socialista y obrero. Su objetivo era establecer a cualquier precio un Estado nacionalista en el que la actividad interior estuviera enfrentada con conceptos como el del liberalismo económico o político. A inicios de 1933 –el 31 de enero-, Hitler llega al poder en Alemania y ordena un año y medio después una terrible purga interna llamada “La noche de los cuchillos largos” en la que fueron asesinados miles de nazis.

La noche del 30 de junio de 1934 para amanecer 1 de julio, Hitler personalmente arresta a Rohm, quien era jefe de las SA (Secciones de asalto) y ordena su fusilamiento. En paralelo la Gestapo de Goering y las SS de Himmler mataron a todos los nazis a los que no se les tenía confianza absoluta pues la misión de allí en adelante sería conquistar el mundo, cosa que nadie sabía, excepto Hitler. La matanza fue terrible y sólo se salvó Hanns Ludin, porque inexplicablemente Hitler le perdonó la vida. El 13 de julio de ese año, Hitler justificó los hechos de una manera cruenta pero indispensable para evitar la traición. Hay un dicho árabe –creo- que dice: a los hombres los cuelgan no por robar los caballos, sino para que no roben los caballos.