24/Apr/2024
Editoriales

Un Futuro Por Reglamentar

La humanidad ha avanzado a una velocidad tan grande en los últimos 200 años, que estamos llegando al punto en el cual su impacto sobre el Planeta Tierra es ya tan enorme, que la única forma que se ve factible para lograr un futuro sostenible, es decir no catastrófico, es el de una estricta y efectiva reglamentación.

Para darnos una idea de este aumento de "poder de impacto" humano, podemos visualizarlo desde dos aspectos que se combinan uno con otro: Aumento del número de habitantes y aumento de su ingreso per cápita, equivalente a su uso de recursos del Planeta. En 1815, al acabar las Guerras Napoleónicas e iniciarse la Revolución Industrial, en Europa Occidental y Norteamérica, la cual llevó a la democratización y a su impacto sobre todo el resto del mundo, llegó a haber, por primera vez, 1,000 millones de gentes y cada uno de ellos, en promedio, tení­a un ingreso anual estimado de 900 dólares. En el año de 2015, contamos 7,200 millones de seres humanos con un ingreso promedio de 10,350 dólares, de manera que el impacto humano sobre los recursos del Planeta se multiplicó 83 veces (7.2 x 11.5). Este tremendo aumento de impacto es difí­cil de visualizar con sólo números, por lo que conviene verlo en los efectos socio-polí­ticos que ha tenido.

En el Primer Mundo los más pobres y menos instruidos están sintiendo que su Sistema Capitalista, Liberal, Democrático y Con Conciencia Social, que hasta hace unos 25 años parecí­a trabajar a la perfección, tanto así­ que entonces provocó el derrumbe del Comunismo Soviético, ahora ya parece haber enfermado: Crece poco, los pobres se hacen más pobres y los ricos más ricos, las pensiones ya no alcanzan para tantos jubilados y la educación no ha podido ir al paso de los desarrollos tecnológicos. Esto causa que puedan emerger demagogos como Donald Trump y crezcan los partidos derechistas en Europa.

El Segundo Mundo, Rusia y China y sus ad láteres, a los que podemos agregar Turquí­a e Irán, han tenido movimientos ideológicos que igualizaron mucho sus sociedades: Ahora los cuatro pueblos están renuentes a abandonar sus nuevos autoritarismos moderados, los cuales a muchos de ellos les parece que funcionan mejor que las "enfermas" democracias de Occidente.

Y el Tercer Mundo ¿Para qué extendernos? Baste decir que vivimos en sociedades más o menos corruptas, en que lo único que parece funcionar es "cada quien pa' su santo". Pero no hay que caer en este desaliento:

Aunque la democracia liberal haya enfermado en el Primer Mundo, hay que recordar que lo hizo por "exceso de triunfo", es decir por exceder los lí­mites de lo posible, y que a nosotros nos queda muchí­simo camino por recorrer dentro de ese probado y magní­fico sistema socio-polí­tico, antes de que tengamos que corregirlo.

Entonces ¿Cuál es la solución? Pues disciplinarnos y reglamentarnos democráticamente, antes de que la naturaleza o un sistema dictatorial nos obligue a hacerlo. Y esto habrá que hacerlo en todos los niveles: Comunitario, regional, nacional y mundial: í‰ste último es especialmente necesario y difí­cil de lograr, porque nunca se ha logrado, o ni siquiera intentado formalmente, en que todas las Potencias cedan parte de su soberaní­a a una Gobernanza Mundial efectiva y obligatoria para todos los paí­ses, aunque limitada sólo a ciertos aspectos, como podrí­an ser: A) Protección y conservación del Medio Ambiente Planetario; B) Regulación de la extracción, transporte y consumo masivo de los combustibles fósiles; C) Regulación del Comercio y Flujo internacional de Capitales, como parte de lo cual se podrí­a acabar los "paraí­sos fiscales" actualmente existentes.

Así­ que: O nos disciplinamos democráticamente o nos "disciplinan" por la fuerza ¿Qué escogemos?

Atte.- JVG.- 13-04-16