18/Apr/2024
Editoriales

Marzo 2 de 1829: muere en la ciudad de México, la corregidora de Querétaro, doña Josefa Ortiz de Domínguez

Marzo 2 de 1829: muere en la ciudad de México, la corregidora de Querétaro, doña Josefa Ortiz de Domí­nguez.

Tení­a 61 años, por tanto, al momento que ella avisó con tres taconazos en el entresuelo de su casa en Querétaro a Ignacio Pérez para que dijera a Juan Aldama, para que éste a su vez avisara a Hidalgo y a Allende que ya los habí­an descubierto en su plan insurgente, ella tení­a sólo cuatro décadas de vida. No era –como la pintan algunos malquerientes- ninguna anciana decrépita en busca de amorí­os. No, doña Josefa era una bella mujer que estaba enamorada de la libertad en compañí­a de su esposo Miguel Domí­nguez, corregidor de Querétaro.

Ella organizaba en su casa las ahora famosas tertulias literarias y entre sus invitados no faltaban Miguel Hidalgo, Epigmenio y Emeterio González, Allende y otros militares que organizaban la revuelta independentista. Esta mujer era ciertamente muy osada y como su esposo la conocí­a, hubo de encerrarla bajo llave pues ella querí­a, una vez descubierta la conspiración, salir a la calle a enfrentarse con las autoridades virreinales. El canónigo José Marí­a Beristáin y Souza, la calificó como "una verdadera Ana Bolena", mientras que el doctor Agustí­n de Lopetedi escribió el 15 de abril de 1814: "La conducta de la corregidora es notoriamente escandalosa, seductiva y perniciosa..." así­ fue de polémica esta mujer.

Hidalgo era el cura de Dolores, Allende, parte del regimiento Dragones de la Reina, y su hermano Domingo estaba con ellos dos. Hubo previamente otra conspiración, la de Valladolid que fue descubierta y apresados muchos de sus integrantes. Esta de Querétaro pudo fructificar por la inclusión del cura Miguel Hidalgo pero de no ser por la corregidora, aquella semilla sembrada no habrí­a dado la cosecha que hoy disfrutamos todos los mexicanos.