07/May/2024
Editoriales

¿Le gustaría sacarse la Lotería?

 

Sacarse la lotería (ganar el premio mayor) ha sido el sueño de generaciones de mexicanos. Mi padre, por ejemplo, era un jugador consuetudinario de lotería, siempre compraba al menos un cachito. Y de él es el chiste que por poco se sacaba el premio mayor de la lotería porque… se lo ganó un señor que vivía a unas cuantas cuadras de nuestra casa. 

Ese término se utiliza también para decir que alguien obtuvo en forma extraordinaria cierta utilidad o ventaja: “Pepito se sacó la lotería con su esposa”. 

Así que vale preguntar ¿De dónde viene el vocablo Lotería?

 

Su etimología es árabe y significa, increíblemente: La cara desfavorable del dado, mala suerte o desgracia. Pero igual se le llamaba así a lo fortuito o casual, pero algunos estudiosos postulan que se trata de la voz persa ‘zar’ que significa desdicha. 

Ellos infieren que hay una relación directa entre azar y azahar porque esta flor era la figura que tenía el dado, el del ‘juego de los dados’. 

Se debe anotar que este juego -el de dados- es el más antiguo y hereda la costumbre prehistórica de consultar el destino.  

Sin embargo, en algún momento no identificado, el concepto de Lotería – que ya se encuentra en la Roma del siglo I-, cambió de ser mala suerte o desgracia, a lo contrario a ser buena suerte y fortuna.

En las fiestas luperciales de Roma Antigua se depositaban en una caja los nombres de los muchachos y de las muchachas en otra, y de ellas se sacaban los nombres de quienes unidos asistían a fiestas, y bailes de la comunidad. 

La lotería decidía el destino, mientras el azar unía a las personas. 

El origen de la lotería es gracias a un señor llamado Lotto, que inspirado en la costumbre del consejo municipal de Génova para renovar sus cargos públicos, inventó la Lotería. 

Ciertamente Alfonso X de Castilla, -El Rey sabio- permitía los inmorales juegos de azar si sus fines eran filantrópicos, pero la Lotería del Estado nació en España hasta 1763, cuando en Madrid hubo la “real lotería de Madrid y sus reinos” gracias a Carlos III. 

La intervención de los ‘niños gritones’ de la Lotería fue idea de José Peya, un napolitano que fue a Madrid a asesorar al gobierno español y siguió el modelo de su tierra: la lotería beneficiata que se parece mucho a la actual nuestra, y participaban niños cuyas ‘manos santas’ no podían hacer truco. 

En 1771 invitaron a los niños del colegio San Ildefonso vestidos a la usanza napolitana: túnica blanca y peluca rizada, y así la Lotería fue utilizada por Fernando VII para recaudar recursos.

En plena Guerra de Independencia mexicana, Calleja organizó dos loterías que obligatoriamente debían adquirir sus boletos todos los empleados gubernamentales pues necesitaba recursos para combatir a los insurgentes.

Tras la independencia, Iturbide instituyó la Dirección General de Renta de Lotería del Imperio Mexicano, y después, el presidente Juárez prohibió la existencia de otras loterías que no fuera la oficial, y la elevó a carácter constitucional, para fortalecer las finanzas nacionales.

Con el constitucionalismo, Venustiano Carranza la prohibió, pero Adolfo Huerta la restauró, y después se decretó que las utilidades de la Lotería Nacional fueran destinadas a la asistencia pública.

Sin embargo, en los últimos tiempos, la Lotería Nacional ya no es lo que fue, pues sus resultados económicos son magros.