24/Apr/2024
Editoriales

El Ego

Ego es un término que significa Yo. Afortunadamente todos tenemos ego porque de lo contrario no tendríamos ambiciones, que son la chispa de la vida. Para los mismos héroes y próceres juega siempre un papel determinante, el estímulo mayor cuando de sacar la casta se trata. 

Sin embargo, el ego puede jugar con nosotros y no siempre en forma favorable si no estamos conscientes de su etérea existencia. 

Así como las personas con miembros amputados siguen sintiéndolos después de haberlos perdido, al ego lo notamos, lo sentimos, nos duele, pero cuando queremos asirlo no podemos porque su existencia no es física. 

Y paradójicamente esa ilusión domina nuestra vida. 

Nos hace viajar constantemente al pasado recordando nuestros añejos triunfos y los extrapola llevándonos al futuro, creando ilusiones poco probables de realizarse.  

Si no identificamos plenamente esta ilusión, en esos viajes de ida y vuelta de ninguna parte hacia ninguna parte, dilapidamos toda nuestra existencia. 

Es el ego quien muchas veces nos induce a amar, a odiar, y nos dice quiénes somos basándose en lo que a él le satisface. Delatan su presencia los nombres de las distorsiones de personalidad, como el egoísta, el egocéntrico, el ególatra, el egotista. 

Pero hay un antídoto del ego que se llama autoestima, una valoración positiva que de nosotros mismos hacemos. 

Aunque la autoestima también debe dosificarse, pues podría convertirse en narcisismo.