02/May/2024
Editoriales

Viva l’Italia

Durante el siglo XIX no sólo México se convulsionaba; en Europa hubo también grandes transformaciones. 

Lo más relevante fue la consolidación de dos estados nuevos: Alemania e Italia. 

Veamos el caso italiano.

El reino de Piamonte, una monarquía constitucional en el noroeste de Italia, era el de mayor desarrollo económico de toda Italia. Su primer ministro, el piamontés Camillo di Cavour (1810 – 1861), desde su acceso al poder en 1852, buscó unificar a toda la península “De la bota” pues su liderazgo reunía: experiencia, diplomacia y fuerza militar. 

Por su parte, el gran líder Giuseppe Garibaldi hizo lo propio, al sacar por la fuerza con sus mil “camisas rojas” a los españoles que dominaban Sicilia y Nápoles. 

El primer paso lo dio Cavour enviando tropas a los Estados Pontificios para que Garibaldi no los dominara, estrategia que fue determinante para que, en 1861, se pudiera establecer el Reino de Italia unificada. 

Garibaldi reconoció a Víctor Manuel II de Piamonte, como el rey del nuevo país unificado llamado solamente Italia. Esto desde luego, fortaleció a Víctor Manuel II de Piamonte, y pronto hubo buenos resultados: Austria entregó Venecia y Roma se incorporó en 1870. 

Desde luego que la rendición de Austria ante Italia no fue casual, pues en 1866 Italia había reforzado a Prusia en su guerra austriaca – prusiana, derrotando a Austria, y temía un enfrentamiento. 

Así fue como, en resumida síntesis, Italia quedó unificada siendo, a partir de ese momento, una nación poderosa que hereda las glorias de la Roma Antigua y dentro de su territorio se encuentra el poderoso moralmente Estado del Vaticano.

Actualmente, en el siglo XXI Europa no toma ninguna decisión trascendental si no cuenta con el visto bueno de los italianos. ¡Viva l’Italia!