20/Apr/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Julio 20 de 1923: muere asesinado en Parral, Chihuahua, a los 45 años de edad, Pancho Villa, uno de los principales jefes revolucionarios. José Doroteo Arango Arámbula se llamaba en realidad y era oriundo de San Juan del Río, Durango. Un campesino sin tierra que, de criminal fugitivo antes de la revolución mexicana, pasó a ser un importante militar.

Preso en 1912 por Victoriano Huerta, acusado de formar parte de la rebelión de Pascual Orozco, escapó de prisión y huyó a Estados Unidos, para regresar en 1913 a formar su épica División del Norte, sumándose a Carranza contra Huerta, el asesino de Francisco I. Madero. Sin embargo, al derrocar a Huerta, tanto Villa como Zapata se enfrentaron ahora con Carranza, quien tenía en el general Álvaro Obregón a su brazo armado. Este legendario guerrero mexicano, el único que ha “invadido” aunque sea por unas horas a Estados Unidos, vino una sola vez a Monterrey, suficiente para que se escriba mucho y se comente aún más, pues su anecdótico comportamiento siempre es interesante recordarlo.

Villa requería de apoyos económicos y como nuestra tierra tenía (y tiene) fama de que hay industriales y comerciantes prósperos, se dejó venir, tanto que, al día siguiente de su arribo, ya estaba platicando con un centenar de empresarios para dar continuidad a la breve charla que con diez de ellos había sostenido el día de su llegada. Celebró esa reunión masiva con los hombres del dinero en Monterrey en el Palacio de Gobierno, donde el afamado caudillo les “solicitó amablemente” un donativo para las causas revolucionarias y humanitarias -un millón de pesos- pero los empresarios sólo reunieron 280 mil pesos, lo que molestó a Villa. Sin embargo, gracias a los buenos oficios del gobernador convencionista Raúl Madero –hermano de Francisco I. Madero-, no hubo fusilamientos, ni siquiera el de Carlos Cantú Garza, presidente de los comerciantes organizados de Monterrey, que ya había sido ordenado directamente por el Centauro del Norte.

En ese mismo año, el lampacense Antonio I. Villarreal había sido gobernador gracias a la corriente magonista dentro del carrancismo, y las fuerzas de la Convención impusieron a Madero en la gubernatura. El trago amargo para los empresarios “donadores de recursos” duró en total once días, pues Villa hubo de retirarse ante el avance de las tropas de Obregón y no hubo represalias que costaran vidas. Villa marchó a Celaya a enfrentar a Obregón, quien lo derrotó. La revolución continuó y Villa tras su incursión en Estados Unidos atacando la población de Columbus, se conviertió en leyenda, para morir asesinado un día como hoy del año de 1923.