25/Apr/2024
Editoriales

LO HABLAMOS Y LO QUE CALLAMOS

En nuestro paí­s nos hemos quedado a la saga polí­ticamente de muchas otras naciones del mundo. En México el principal móvil de la polí­tica es la corrupción de los polí­ticos; los escándalos sobre enriquecimientos inexplicables, los ranchos que tal o cual personaje tiene; la casa majestuosa que otro polí­tico adquirió; las inversiones en bienes raí­ces en otros paí­ses de los gobernadores o ex funcionarios federales; el uso indebido de vehí­culos o aeronaves por tal o cual funcionario; los dobles sueldos de algunos secretarios de estado a nivel estatal; las dietas de los diputados y senadores así­ como sus aguinaldos y bonos.

Con todo esto se nos hace la idea de que el dí­a en que llegue a gobernador un hombre honesto , una especia de arcángel, y acabe con la corrupción, ese dí­a se acabaran los problemas de México. Bajo esa visión, el crecimiento diario de la deuda del gobierno federal en más de 2 mil millones de pesos; los más de 500 mil millones de pesos que se pagan en servicio de la deuda sin que esta se reduzca sino al contrario; el crecimiento mismo de la deuda desde 6.8 a 8.9 billones en solo 3 años; el aumento de la deuda de todos los estados y municipios en casi a partir del 2009 etc. son asuntos que se consideran naturales, no son corrupción ni se sospecha de que lo sea.

En ese sentido en México estamos atrás de los españoles, los griegos, los italianos e incluso los norteamericanos. En esos paí­ses ya se sabe que es la banca el principal saqueador y los polí­ticos solo instrumentos de esos poderes financieros.