Editoriales

Había un entrenador

Había un entrenador –coach- de fútbol americano que nos entrenaba a los jugadores del equipo de la preparatoria número 2 de la UNL. Un tipo duro pero que no le daba mucho por pensar antes de hablar.

Un día entrenábamos en una cancha de arcilla que estaba en la explanada donde hoy están las oficinas de Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey, por la calle de matamoros al oriente, El Chango que llevaba el balón fue tacleado durísimo por Pancho y quedó inmóvil tirado en el terreno.

El asustado coach, mientras llegaba el médico de la escuela, le tomó la mano a El Chango y le dijo: _Chango ¿me escuchas? Si me escuchas, aprieta mi mano una sola vez, y si no, apriétala dos veces