19/Apr/2024
Editoriales

Julio 26 de 1829: desembarca en Cabo Rojo, Veracruz; cerca del puerto de Tampico, el guerrero español Isidro Barradas con la misión de reconquistar México

Julio 26 de 1829: desembarca en Cabo Rojo, Veracruz; cerca del puerto de Tampico, el guerrero español Isidro Barradas con la misión de reconquistar México. Barradas pensaba, pues así­ le habí­an hecho saber algunos mexicanos traidores, que habí­a muchí­simos que se le sumarí­an, así­ que con sólo 2 mil 700 hombres en una flotilla integrada por el buque El Soberano, dos fragatas, dos cañoneros y quince buques de transporte, comandada por el almirante íngel Laborde, serí­a más que suficiente.

Los barcos –nomás los dejaron en tierra- se regresaron a Cuba, de donde habí­an salido, pues así­ era el proyecto de ocupación del territorio nacional. Antonio López de Santa Ana, jefe de la zona de Veracruz, así­ como el general Felipe de la Garza, que estaba a cargo del puerto de Tampico, enfrentaron esta invasión. De la expedición Barradas y suscrito por él mismo, salió una proclama dirigida al ejército mexicano que decí­a más o menos así­: "Cuando ustedes serví­an al rey, estaban bien uniformados, bien pagados y alimentados; hoy, ese que se dice vuestro gobierno, los tiene desnudos, sin rancho ni paga.

Antes serví­an bajo el imperio del orden para sostener a sus familias, a la tranquilidad y a la religión, pero hoy son juguete de unos cuantos jefes de partido, que con sus pasiones mueven y amotinan a los pueblos para ensalzar a un general, o derribar a un presidente, o a sostener los asquerosos templos de los francmasones y yorkinos y escoceses. Oficiales del ejército mexicano: vengan a nuestras filas, al lado de sus antiguos compañeros de armas, que desean como buenos compañeros, daros un abrazo.

Se les conservarán su empleo actual y se le gratificará con media onza de oro al que se presente con fusil". Nadie lo peló y en cambio, Santa Anna lo derrotó claramente en la batalla de Pueblo Viejo, el 11 de septiembre de 1829, regresándolos (a los sobrevivientes rendidos) a la Habana. El daño mayor que hicieron a México estos expedicionarios al mando de Barradas, es que dieron pie al nacimiento de una estrella polí­tica que brilló en el cielo mexicano de ahí­ para adelante: Antonio López de Santa Anna.