25/Apr/2024
Editoriales

La calabaza

No está claro el origen de la calabaza, pues hay piezas arqueológicas como pequeños instrumentos sonoros y algunos recipientes encontrados en China, India y Babilonia haciendo pensar que podría tener su origen en esas regiones. Sin embargo, los botánicos dicen que “dada la evolución de los vegetales y al pertenecer ésta a una familia con tantísimas variantes (cucúrbita), es difícil encontrar una genealogía ancestral”, así que dan por bueno su origen americano. Lo que es un dato bien interesante es que de nuestro país hasta Perú se han encontrado restos arqueológicos de calabazas con 6 mil años de antigüedad. Los conquistadores que llegaron a México se fueron de espaldas cuando vieron los diversos tamaños y colores de nuestras calabazas. Aquí se le llamaba zapallos y los españoles le decían melón de tierra o calabaza. Los indígenas aprovechaban toda la planta, el fruto, las flores y los tallos.

La pulpa de la calabaza, las flores y los tallos tiernos cocidos como alimento; con sus semillas –donde está la mayor parte de sus nutrientes- la trituraban y elaboraban harina para hacer un amasado relleno de carne que se llama pipián (de calabaza). Se debe señalar que las semillas son muy prácticas porque secas pueden almacenarse y consumir de diversas formas. En el virreinato, se fabricaba mazapán con la harina de semillas de calabaza. Las hojas y la raíz se usaban en medicina contra dolores estomacales y para expulsar lombrices y tenia. El jugo lo aprovechaban las mujeres como depilatorio, y la cáscara se usaba para confeccionar utensilios de cocina, desde jícaras, ollas y cucharas. El jabón de calabaza se usa para limpiar pieles. Claro que las grandes calabazas que no eran muy escasas, por lo que era común que se usaran como baúles para guardar ropa. La llegada de nuestras calabazas a Europa fue interesante pues de Sevilla pasaron a Nápoles y a Flandes, algo al Papa, y fue incorporada a las colecciones de Jardines Exóticos por la belleza de sus flores.

Cuando los irlandeses llegaron a territorio norteamericano, encontraron lo que buscaban por siglos, que era una fruta representativa de su tradición celta: el Halloween. Así que sustituyeron el nabo de su historieta por calabazas, que son mucho más fácil de ahuecar. En nuestra cocina, la presencia de la calabaza es indispensable, así como el calabacín, que es una calabaza cuyo fruto se cosecha inmaduro por lo que no se puede preservar seco, pero se consume en muchos platillos con combinaciones deliciosas.  Me llama la atención la frase que compara al joven tonto con una calabaza (“Pepito es muy calabaza”), y cuando tenga tiempo investigaré su origen.