27/Apr/2024
Editoriales

Cuentete. El violinista

En París, un hombre sucio y ropa raída tocaba un viejo violín con su boina en el suelo para captar monedas de los escuchas. Pero tocaba tan mal que no se identificaba la melodía y nadie se apiadaba de él, su boina estaba vacía. Casualmente pasaba por ahí un talentoso Concertista con su esposa, quien se compadeció decidiendo ayudarlo. Le pidió prestado el violín y el mendigo se lo soltó nervioso porque no lo conocía. El profesional afinó el instrumento y con maestría le arrancó una bella melodía y luego otra y otra. Los transeúntes se arremolinaban para ver el improvisado espectáculo, y la consecuencia fue que la boina se llenó de monedas y billetes de diversas denominaciones. El maestro tocaba con profesionalismo y con emoción al ver la reacción de la gente.

El mendigo musical estaba muy feliz y no cesaba de repetir a todos: "¡Ese es mi violín!, ese es mi violín!”, algo que era totalmente cierto.

Este Cuentete no es mío, lo escuché en una reunión hace unas décadas. Pero nos deja el mensaje de que todos venimos a este mundo con “un violín” y cada quien lo toca como quiere y puede. Algunos ni siquiera lo afinan como es el caso del mendigo de marras, mientras otros se dedican a aprender a usarlo y lo explotan al máximo.

Para que nuestro “violín” sea productivo debemos prepararnos lo mejor posible con una actitud positiva, si aspiramos a que “nuestra boina” reciba lo suficiente para vivir bien. Quienes tocan mal “su violín” jamás podrán levantar su boina llena. Por eso es importante que imbuyamos en nuestros descendientes la idea central de esta lección: quien haga bien su trabajo, sea cual sea, podrá aspirar a que las circunstancias le lleven a triunfar. Desde luego que habrá excepciones y triunfarán algunos perezosos, pero generalmente detrás de una persona exitosa, hay muchas horas de preparación y desvelo.