Espectáculos

Paul McCartney y Neil Young en el Desert Trip

Indio, California.- De un lado, un elegante caballero británico, un genio con un talento natural para el pop. Del otro, un canadiense rabioso y contestatario que cuando suelta los demonios del rock no tiene freno. Pero aunque parezcan muy diferentes, Paul McCartney y Neil Young arrasaron anoche juntos en el Desert Trip.

Este festival, que tiene lugar en la ciudad californiana de Indio en el mismo recinto que el evento de música alternativa Coachella, celebró ayer su segunda jornada como una ocasión única en la historia para disfrutar de gigantes del rock clásico como Bob Dylan y The Rolling Stones, que actuaron el viernes, y The Who y Roger Waters, que participarán hoy domingo.

En la noche del desierto californiano se palpaba una gran expectación entre el público que abarrotaba el Empire Polo Club de Indio y McCartney rompió en pedazos ese silencio con A Hard Day's Night.

Bromista y con muchas ganas de marcha, el primer tramo incluyó Can't Buy Me Love, a la que resultó imposible resistirse, y Day Tripper, con la que McCartney prometió montar una fiesta "al estilo Liverpool".

Al ex beeatle le acompañó una banda abierta a mil posibilidades: al toque sexy deLet Me Roll It, a rendir tributo a Jimi Hendrix con una instrumental Foxy Lady o a desmelenarse con I've Got A Feeling.

Picoteando aquí­ y allá de su obra con The Beatles, Wings así­ como en solitario, "Macca" ofreció constantes pruebas de una admirable versatilidad a sus 74 años.

We Can Work It Out, Love Me Do, dedicada al fallecido productor George Martin, yBlackbird dieron forma a una sección melódica y sosegada en la que la voz de McCartney, que a esas alturas ya habí­a mostrado que podí­a ser un ciclón, se volvió fina y delicada.

En ese mismo terreno interpretó Here Today como homenaje a John Lennon, que se llevó una gran ovación por parte de los espectadores.

La fanfarria de Being For The Benefit Of Mr. Kite! sirvió de alfombra roja para que apareciera Neil Young como invitado estelar y juntos acometieran, como dos colegas de parranda de toda la vida, A Day In The Life, Give Peace A Chance y Why Don't We Do It In The Road?, en una colaboración celebradí­sima por la gente y que quedará, sin duda, como uno de los grandes momentos del Desert Trip.

Los fuegos artificiales de Live And Let Die prepararon la despedida de McCartney, que gritó Hey Jude ante un mar de brazos en alto y cantó I Wanna Be Your Man, un single que Lennon y él escribieron para The Rolling Stones, como devolución por la versión que Mick Jagger y compañí­a hicieron ayer de Come Together.

Con Carry That Weight y The End, un incansable McCartney puso el broche final a un concierto monumental de más de dos horas y media.

A FAVOR DEL AGUA Y DE WATERS, PERO NO DE TRUMP

La jornada habí­a comenzado con la actuación de Young, que sobre el escenario dispuso una serie de tipis con el lema "el agua es vida" como muestra de su apoyo a la lucha de la comunidad nativa de Standing Rock, en Dakota del Norte, contra un oleoducto que podrí­a arruinar las aguas de las tierras en las que viven.

Con sombrero negro y las pintas de un pobre hombre que viene de paso por la ciudad, Young comenzó la velada en solitario, alternando el piano y la guitarra, conAfter The Gold Rush y la emocionante Heart Of Gold.

Como un relámpago, la voz aguda de Young era intensa y punzante, pero algunas de las partes más brillantes llegaron cuando tomó una armónica que parece encerrar en ella todos los secretos de la música norteamericana.

Posteriormente salió a escena Promise Of The Real, su banda de acompañamiento que clavó los pasajes más tranquilos y también el tono más épico y contundente.

Medios tiempos de aires country y folk, con una romántica y deliciosa Harvest Moon como guinda, no anunciaron la furia que estaba a punto de desatarse ya que, a partir de ahí­, Young subió los amplificadores al máximo y arreciaron tormentas eléctricas como para provocar un apagón total en el Desert Trip.

Primero sonó el rock herido de Words (Between The Lines Of Age) y después fue el turno de una ardiente Powderfinger, cuyos tremendos "riffs" se debieron escuchar hasta en la Luna.

La maraña de guitarras, bárbara e ingobernable, alcanzó su punto cumbre con unaDown By The River pletórica con la que Young agarró del pecho al público, sin escapatoria posible, durante más de diez minutos.

Los mensajes reivindicativos en favor del medioambiente las comunidades indí­genas y los granjeros tuvieron un notable protagonismo, y el músico tampoco dejó pasar por alto las elecciones estadounidenses.

"Vengan mañana porque Roger (Waters) va a construir un muro (The Wall) y va a hacer a México grande de nuevo", dijo Young, muy crí­tico con Donald Trump, en referencia al lema de campaña "Make America Great Again" ("Hagamos a EU. grande de nuevo") del polémico candidato republicano a la Casa Blanca.

Con esa intención en la cabeza, el abrasivo concierto de Young sólo podí­a tener un final y Rockin' In The Free World levantó por última vez a un público que habrí­a jurado lealtad al canadiense sin pensarlo ni un instante.