Internacional

¿Qué les depara el futuro a las mujeres afganas?

 

Entre 1996 y 2001, bajo el régimen talibán, la vida de las mujeres y las niñas fue inhumana. Ahora muchas mujeres afganas temen que el pasado se repita, mientras los países occidentales –incluida Suiza– se esfuerzan por responder a la vuelta del grupo militar fundamentalista al poder.

Obligadas a cubrirse en público de pies a cabeza con un velo, excluidas de las escuelas, las universidades y los puestos de trabajo, y sometidas a castigos corporales o incluso a la muerte por violar los códigos de la sharía, hace una generación la población femenina se llevó la peor parte de las políticas represivas de los talibanes en Afganistán.   

Los portavoces talibanes han afirmado que esta vez las cosas serán diferentes, y han declarado a los medios de comunicación que las mujeres podrán trabajar y estudiar, e incluso ocupar cargos en el Gobierno.

Aunque para los familiares de Nadia Qadire, nacida en Suiza, no hay duda de lo que les depara el futuro.

“Para ellas es obvio: lo vivieron hace 20 años”, dice esta estudiante de máster en la Universidad de Berna, que a diario está en contacto con sus tías y primas. Todas se quedan en casa, sin poder ir a la escuela o a trabajar.  

“Las mujeres y niñas afganas están educadas y son decididas y modernas: van a la escuela y a la universidad, trabajan como médicas, periodistas o profesoras, especialmente en ciudades como Kabul”, explica Nadia Qadire, que este verano ha visitado Afganistán, el país de origen de sus padres. “Así que [en los últimos días] sus vidas han cambiado por completo”.

Crece la preocupación por el hecho de que los talibanes no respeten los derechos humanos –especialmente los de las mujeres y las niñas–, mientras se hacen con el poder en muchas partes del país. Aunque no está claro si la comunidad internacional podrá evitar que la violación de los derechos se convierta en norma y conseguir que los talibanes rindan cuentas por sus actos. 

Recaudación de fondos para Afganistán

En una sesión especial del Consejo de Derechos Humanos de la ONU sobre la situación en Afganistán celebrada en Ginebra a principios de la semana pasada, Michele Bachelet, la alta comisionada para los Derechos Humanos, relató que su equipo había recibido “informes creíbles” de abusos, entre ellos, restricciones al derecho de las mujeres a circular libremente y de las niñas a asistir a la escuela. 

“Hay gran preocupación por las mujeres, los periodistas y la nueva generación de líderes de la sociedad civil que han surgido en los últimos años”, declaró Michele Bachelet, calificando los derechos de las mujeres como “una línea roja básica”.

El Ministerio afgano de Refugiados y Repatriaciones ha indicado que ha recibido informes –aunque no confirmados– de asesinatos de hombres civiles y de mujeres y niñas obligadas a casarse con combatientes talibanes. Según Reuters, mujeres periodistas, personal sanitario y agentes de la ley han sido asesinados en una serie de ataques tras el inicio, el año pasado, de las conversaciones de paz entre los talibanes y el Gobierno afgano. 

¿Garantías ilusorias?

A la pregunta de si se puede confiar en las garantías de los talibanes de que van a permitir estudiar y trabajar a las mujeres, un portavoz del Ministerio suizo de Asuntos Exteriores (DFAE), Pierre-Alain Eltschinger, admite que en las actuales circunstancias el DFAE no puede hacer una valoración.  

Desde 2017 la igualdad de género es uno de los pilares principales de la política exterior helvética. A través de su agencia de desarrollo, Suiza aplica la resolución 1325 de la ONU sobre las mujeres y la paz y la seguridad, con una perspectiva particular en prevenir la violencia de género en situaciones de conflicto. Suiza también ha hecho una gran inversión en la educación de las mujeres en Afganistán (véase el recuadro).

Dos décadas de inversión suiza en Afganistán

En la reciente reunión del Consejo de Derechos Humanos, Suiza ha reconocido estar profundamente preocupada por los ataques a quien defiende los derechos humanos y a las minorías y cree que cualquier violación debería ser investigada de forma independiente.

A pesar de la difícil situación en materia de seguridad y de las amenazas a la población local que lucha por los derechos de las mujeres, tanto las Naciones Unidas como el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), con sede en Ginebra, han manifestado su intención de permanecer en Afganistán.

Por qué el CICR permanecerá en Afganistán

Este contenido fue publicado el 23 ago. 202123 ago. 2021 Los últimos acontecimientos en Afganistán han acaparado la atención del mundo. Muchas de esas imágenes traen consigo una sensación de sufrimiento.

Geneva Call, una organización humanitaria implicada en reducir la violencia contra las mujeres en Afganistán, ha dicho a SWI swissinfo.ch que las mujeres de su equipo siguen trabajando sobre el terreno. La ONG, apoyándose en una red de actores de la sociedad civil y religiosos en las zonas en las que opera, trata de garantizar que puedan hacerlo de una manera segura.

Una ONG con sede en Suiza que trabaja con escolares afganas, contactada por SWI swissinfo.ch, cuenta que mientras evalúan la situación sobre el terreno sus programas están en pausa. La ONG no ha querido hablar de manera pública porque quiere garantizar la seguridad de su personal y de las escolares. 

Disminución de la presión internacional

Es discutible que la comunidad internacional pueda proteger a las mujeres y a las niñas vulnerables en el país de manera eficaz. Algunos líderes políticos de Occidente han pedido que en los próximos días se evacue a tantas mujeres y niñas como sea posible, y que en el largo plazo haya transparencia y supervisión. 

Pero las evacuaciones han resultado difíciles y peligrosas. El 26 de agosto a las afueras del aeropuerto de Kabul se produjeron dos atentados en los que murieron al menos 180 personas. Los atentados se produjeron cuando los gobiernos intentaban completar a toda prisa las evacuaciones antes de la fecha límite del 31 de agosto, día en que los Estados Unidos deben concluir su salida del país.

También han faltado compromisos para acoger a afganos vulnerables. Suiza ha declarado que de momento no tiene planes para aceptar refugiados afganos a gran escala, más allá del personal local de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) y sus familiares, una decisión muy criticada por los partidos políticos y las ONG nacionales e internacionales.  

Tampoco está claro si Occidente podrá exigir a los talibanes responsabilidades por las violaciones de los derechos de las personas. Una opción podría ser condicionar la ayuda económica al respeto de los derechos humanos, pero con la salida prevista de las tropas estadounidenses y el fracaso de la intervención militar cualquier presión se desvanece.

A pesar de todo, muchas mujeres que permanecen en el país devastado por la guerra están decididas a luchar por su futuro. Según Nadia Qadire, las mujeres de varias ciudades han salido a la calle para protestar contra los talibanes.

“Esperan que todo lo que construyeron para ellas [en los últimos 20 años] no se desvanezca”, dice. Y añade que las mujeres también esperan no ser abandonadas a su suerte. “Lo más importante que puede hacer la gente [fuera de Afganistán] es amplificar sus voces [las de estas mujeres]”, explica.

“Quieren que se las escuche y se las apoye”.