16/Apr/2024
Editoriales

Napoleón y Josefina

Su relación inició en 1795. Napoleón era apenas un joven militar que, a sus dos décadas de vida, tenía un incierto porvenir. Josefina ( Rose Tascher de La Pagerie)era un chica bella de costumbres liberales que aceptó casarse sin estar plenamente enamorada, mientras que él moría de amor por ella. 

Sin embargo, Napoleón traía a un tigre militar dentro de su mente, y comenzó a destacar muy pronto en lo suyo, dedicándole todo el tiempo a su carrera y demasiado poco a su esposa. La luna de miel duró sólo dos días y sus respectivas noches, pues Napoleón se fue a pelear por Europa. Así que fueron catorce años de discusiones, de peleas y reconciliaciones, pues ella buscaba entretenimientos con otros caballeros franceses en el libertino París de la época. Como es de suponerse, la familia Bonaparte nunca la vio bien, pues le llegaban los chismes de las actividades nocturnas de Josefina con la exageración típica de tales comunicaciones.

Así que durante los 14 años del matrimonio siempre había una novedad que le hacía llegar su familia, y Napoleón llegaba con la frente llena de coronas de laureles por sus victorias militares, pero en su casa sentía que eran más cornamentas que señales de triunfo. El día de la coronación de Josefina como emperatriz, dos hermanas de Napoleón que le ayudaban con su ajuar, -que llevaba 25 metros de manto bordado que arrastraba- para darle el aspecto esplendoroso que Francia necesitaba de su familia real, a mitad de las escaleras hacia el altar soltaron el manto para desequilibrarla y hacerla caer en medio del solemne acto. Josefina consiguió mantener el equilibrio, pero perdió todo su garbo y llegó trastabillando ante los azorados ojos de los dignatarios europeos que habían ido a testificar el evento.

En fin, la vida marital de Napoleón y Josefina nunca fue saludable y menos cuando la familia le hizo saber a él que ya era tiempo de tener un heredero y que Josefina nunca se lo iba a dar pues había pasado mucho tiempo y no había señales al respecto. Este argumento terminó por convencerlo y con dolor en su alma, el 15 de diciembre de 1809, Napoleón hizo público su divorcio. No amaba a otra mujer, pero él necesitaba un heredero para que sus conquistas militares y políticas pudieran ser continuadas. Tan tan.