19/Apr/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

 

Septiembre 18 de 1968: Entra el Ejército Nacional a la ciudad universitaria de la UNAM, precipitando los siguientes acontecimientos violentos del movimiento estudiantil previo a la celebración de las Olimpíadas de México que se inaugurarían el 12 de octubre de ese año. Alrededor de diez mil soldados ocuparon las principales instalaciones de la Ciudad Universitaria, provocando que al día siguiente el rector ingeniero Javier Barros Sierra encabezara una gran manifestación de protesta por la violación a la autonomía universitaria.

   La Cámara de diputados, encabezada por el nuevoleonés Luis M. Farías, criticó fuerte a Barros Sierra, motivo por el cual, el rector presentó su renuncia, pero no fue aceptada por el Consejo Universitario, pues por conducto de la Junta de Gobierno se le pidió que continuara al frente de la UNAM en ese delicado momento. La ocupación de la ciudad universitaria fue por doce días debido a que el gobierno de Díaz Ordaz temía actos terroristas puesto que en varios países del mundo estaban replicando los disturbios estudiantiles de París, y estallando eventos violentos siempre con estudiantes en medio.

   Cinco días después, el 23 de septiembre, hubo un enfrentamiento entre el Ejército y estudiantes en el casco Santo Tomás, donde está el IPN, con lo que esta otra institución estudiantil se incorporaba a la lucha anti gobiernista. Derivado ya de estos dos actos de fuerza (la toma de la UNAM y la represión contra el IPN), el 27 de septiembre se realizó un mitin en la Plaza de las Tres Culturas, de donde se acuerda convocar a una magna manifestación el día 2 de octubre en ese mismo sitio. Dicho evento se realiza con una convocatoria enorme pues llegaron estudiantes de las dos grandes universidades (UNAM e IPN), más otras de la provincia, aunque en el lugar había reventadores y personas ajenas al movimiento de protesta, a pesar de que un día antes se habían reanudado parcialmente las labores en la UNAM, y el tono de las arengas políticas ponían nerviosos a los altos funcionarios gubernamentales. La ceremonia inaugural de las olimpíadas estaba demasiado cerca (a sólo diez días), así que el secretario de gobernación, Luis Echeverría Álvarez solicitó al Ejército Nacional su intervención para disolver la reunión masiva mencionada y en Tlatelolco se registró la más sanguinaria represión que se tenga registrada en México.

  Este acto de autoridad marcó un hito en la historia del México moderno, pues cambiaron las relaciones no sólo del gobierno con los jóvenes, sino con toda la sociedad. La paz que se vivía era forzada pues el sistema socio económico mexicano impedía escalar los peldaños sociales necesarios para que hubiera movilidad en el pueblo. Desde luego que el problema persiste, pero se han hecho cambios muy importantes, considerando a la juventud para ocupar puestos de mayor responsabilidad en el gobierno e iniciativa privada. Las oportunidades se abrieron, aunque la entrada de la globalización económica, años después, sujetó al progreso nacional por tener que competir con otras naciones más desarrolladas que la nuestra. En fin, que hoy conmemoramos la fecha del inicio de un movimiento político doloroso para muchas familias que perdieron lo más preciado: a sus hijos.