26/Apr/2024
Editoriales

Agosto 1º. De 1936: nace en General Bravo, Arturo de la Garza, líder político y empresario, quien llegaría a ser legislador local, federal, y dirigente nacional de los ganaderos.

Agosto 1º. De 1936: nace en General Bravo, Arturo de la Garza, lí­der polí­tico y empresario, quien llegarí­a a ser legislador local, federal, y dirigente nacional de los ganaderos. Hijo del abogado Arturo B. de la Garza, gobernador de NL entre 1943 y 1949; y doña Morena González de De la Garza, desde muy joven destacó por su inteligencia aplicada a la ganaderí­a, así­ como a la polí­tica.

En 1961 fue legislador local y al mismo tiempo, dirigente estatal de la Unión Ganadera Regional. Representó a los ganaderos de Nuevo León en los más variados foros y ello le valió para ser presidente de la Confederación Nacional Ganadera, donde es considerado uno de los mejores dirigentes que ha tenido México. Al faltar su padre cuando él tení­a 16 años, se aplica en fortalecer la economí­a familiar atendiendo el rancho del cual aprendió la forma de administrarlo exitosamente.

Destaca en la engorda de ganado y en su comercialización, convirtiéndose en un próspero ranchero. Adicionalmente despliega actividades en empresas inmobiliarias y de servicio al área industrial, en las cuales tiene también éxito. Casa con doña Marí­a de la Luz Tijerina, con quien procrea un familia integrada por Arturo Bonifacio, Lucas, Alejandro, Adrián y Abelardo De la Garza Tijerina, destacados empresarios ganaderos.

Sin embargo, la actividad en donde más destacó Arturo de la Garza, fue en la polí­tica, pues era dueño de un liderazgo personal que le permitió tener presencia perenne en los municipios del norte del estado, desde que fue diputado federal en dos ocasiones por esa región de Nuevo León. En la Cámara de Diputados Federales, De la Garza es el impulsor y primer presidente de la Comisión de Ganaderí­a, misma que continúa siendo muy importante para el paí­s. Desde ese sitial polí­tico, Arturo de la Garza fomenta no sólo el reparto de tierras y agua, sino también de créditos, técnicas agropecuarias, caminos rurales y escuelas.

Fue dirigente del PRI en ciudad Guadalupe en 1963, y consejero nacional de ese partido. Polí­tico de tiempo completo, nunca aceptó un cargo administrativo en las diversas gubernaturas y alcaldí­as en donde tuvo buenas relaciones. No necesitaba cargo para sobresalir en la polí­tica; fue representante honorí­fico del Municipio de Monterrey ante Servicios de Agua y Drenaje y en Metrorrey, desde donde defendí­a con dignidad los intereses populares. Su figura señera le dió respeto entre tirios y troyanos, pues no sólo combatí­a a quienes estaban en contra de su partido, sino al interior de éste enfrentaba a quienes sorprendí­a abusando de su puesto público. Fue co-fundador del Café Polí­tico.

Junto a otros buenos amigos, tuve la fortuna de convivir y aprender de él, que la buena polí­tica se hace todos los dí­as y en todas partes, no sólo desde los partidos y el gobierno. Cuando ganaba o perdí­a un diferendo, era el mismo Arturo de la Garza, pues los triunfos polí­ticos son circunstanciales, y las derrotas efí­meras.

En cada elección que participaba (y lo hací­a siempre) poní­a toda su capacidad, y arriesgaba su capital polí­tico, pero una vez determinado el triunfador, lo apoyaba sin importar a quien hubiere impulsado en bien de la institución. Antes de brindar apoyo a sus candidatos a gobernar, les inculcaba capacidad para soportar el sentimiento del odio, como requisito indispensable. Pero con todo ese arsenal polí­tico, a don Arturo lo desarmaban cuando alguien mencionaba el nombre de su padre, Arturo B. De la Garza, el polí­tico que más admiraba. Sin embargo, igual aceptaba debatir cotejando su obra con otros gobernantes de otros tiempos y latitudes, y no se ofendí­a cuando habí­a disensiones, pues entendí­a la amistad como obligación de decir la verdad, no como otorgamiento sumiso de la razón.

Incursionó en el gremio de los historiadores, siendo consocio de la Sociedad Nuevoleonesa de Historia, Geografí­a y Estadí­stica; autor del libro "Historia de la Unión Regional Ganadera de NL", "Como viví­, así­ lo recuerdo". Al sobrevenir un final trágico, el 28 de enero de 2001, la cantidad de personas asistentes a su sepelio, no tiene parangón en los tiempos modernos.

Este dí­a 1º de Agosto es oficialmente El Dí­a del Ganadero en Nuevo León en su honor. Además lleva su nombre una importante avenida en ciudad Guadalupe, una escuela primaria en Apodaca, y su libro Historia de la Unión Ganadera Regional de Nuevo León, fue premiado como el mejor libro de historia del año con el trofeo Santiago Roel, por la Sociedad Nuevoleonesa de Historia Geografí­a y Estadí­stica.