06/May/2024
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Sergio Villarreal: el gran retratista regiomontano

Pintor y retratista, Sergio Villarreal buscó siempre la inspiración en el mundo que lo rodeaba y en las obras clásicas. Él mismo deja tras su deceso un gran legado que inspirará a los artistas más jóvenes y enriquecerá el acervo artístico del país.

 

La partida de Sergio Villarreal Uribe (Monterrey, 1948-2021) deja un enorme vacío en la cultura del estado. El pintor, diseñador gráfico, ilustrador y promotor cultural, quien realizó estudios en la Escuela de Artes Plásticas de la UANL, en la Ciudad de México y en Nueva York, era considerado uno de los mejores retratistas a nivel nacional.

Generoso con quienes apenas iniciaban en el mundo del arte, impartió innumerables talleres y conferencias de manera institucional y particular y además expuso de manera individual y colectiva en Nuevo León, en todo el país y en Estados Unidos y Honduras.

 Su obra forma parte de valiosas colecciones estatales, nacionales e internacionales de Estados Unidos, Malasia, Brasil e Italia.

 

El retratista

Villarreal Uribe inició su carrera como retratista experimentando con diversas técnicas, texturas y materiales como el acrílico, óleo, carboncillo y metales y con el abstraccionismo a través del color y las formas, teniendo a las figuras como principal fuente de inspiración.

 En 1964 ingresó al Taller de artes plásticas de la UANL, donde conoció a los destacados pintores nuevoleoneses Gerardo Cantú y  Jaime Flores.

 Este sitio le permitió poner en práctica su aprendizaje autodidacta, a la vez que veía cómo crecía su obra al lado de sus compañeros del taller nocturno, de tal modo que pudo ser parte de una exposición colectiva y acercar a sus primeros adeptos, mientras se iba alejando de su trabajo como oficinista.

 

 

Villarreal dejó entonces su trabajo como auxiliar de contador y decidió dedicarse completamente al dibujo y la pintura, pero sobre todo a la que sería su especialidad: los retratos.

 

En busca de la inspiración

Valiéndose de su destreza para retratar a los personajes que paseaban por plazas, restaurantes, bares, La Alameda y la Plaza Zaragoza, el regiomontano tuvo los medios para mudarse a la Ciudad de México y disfrutar de una efervescente vida cultural plena de museos, librerías, artículos de arte, conferencias, cineclubes, que a la larga influirían en su creación.

 El éxito como retratista seguía de su lado, pero ello no limitó su lado más experimental, el cual tomaba como inspiración las obras de grandes artistas que conoció en exposiciones del Palacio de Bellas Artes, el Museo de Arte Modero y el Museo Rufino Tamayo.

 Asuntos familiares lo trajeron de vuelta a Monterrey, donde creó un taller en el Barrio Antiguo con un grupo que gozó de una gran demanda.

 Al mismo tiempo, su obra empezó a ser requerida en lugares tan lejanos como la República Checa, Francia y Alemania, recibiendo críticas muy favorables; incluso para su última exposición en 2020 le solicitaron 32 de sus cuadros.

 

Su idea del arte

Sergio Villarreal Uribe siempre pensó que pintar consistía en la transformación de la materia, en convertir los tubos de óleo y la tela en algo inerte, pero espiritualizado, en la materia viva en que se convierte una pintura cuando está terminada.

 El artista creyó también en la idea de que el arte es duradero, más que la propia vida, y que las pinturas de los museos se mantenían vigentes al ser parte esencial en el aprendizaje de las generaciones de artistas más jóvenes. A ellos les aconsejaba pintar y pintar, en sus propios espacios.

 

 

El regiomontano vivió convencido de que un dibujo llenaba la soledad y daba retazos de felicidad. Era una forma de evitar la depresión ya que nuestros sentidos estarían siempre ocupados en ofrecer algo a la sociedad.

 El maestro Sergio Villarreal Uribe falleció el pasado 26 de julio del 2021.