03/May/2024
Editoriales

Los negocios que dejan utilidades son estresantes

Hay personas más deterioradas físicamente que otras de su misma edad. Las razones pueden ser muy variadas: la genética, el tipo de vida sedentaria con mala alimentación y falta de ejercicio; o por efecto de algunas enfermedades; pero lo más común es que sufren  estrés por largos periodos. 

 Este elemento, el estrés, es claramente lo que provoca la vejez prematura. Desde sus orígenes el ser humano ha utilizado el estrés como estímulo interno para enfrentar dificultades, como las que significaban los depredadores que ponían en riesgo su vida. La alerta en un organismo hace que las neuronas activen la glándula pituitaria que libera la corticotropina, la cual se disemina por medio del sistema simpático por todo el cuerpo. Luego activa la glándula suprarrenal que libera adrenalina y cortisol. 

 Ya la adrenalina liberada incrementa las frecuencias cardíaca y respiratoria preparando a los músculos para la acción, y así el cuerpo está dispuesto a reaccionar con rapidez ante el peligro. Además, el cortisol aumenta la liberación de glucosa en sangre y de dopamina, que viene siendo el equivalente a cargar las pilas en los motores eléctricos, y eso nos ayuda en los desafíos. 

 Esto significa que este estrés provocado nos trae beneficios prácticos para enfrentar los retos de la vida actual, el problema es que todo ello significa un desgaste del organismo en general, pues si se hace por demasiado tiempo comienza una degeneración que afecta a las neuronas asociadas a la memoria e inhibe la secreción de ciertas hormonas cuya carencia puede provocar depresión. 

 La persona se convierte en irritable, y padece de insomnio, lo que incrementa la presión arterial. Todo este conjunto de problemas lleva al envejecimiento prematuro del cuerpo humano, y explica las diferencias entre dos individuos de la misma edad que aparentan ser de la misma generación.

 Es por ello que el estrés es un factor que debemos meter a la ecuación cuando decidimos o elegimos nuestro trabajo, aunque se sobre entiende que los trabajos más productivos son los más estresantes.

 Una persona que trabaja al aire libre utilizando sus manos y con cierto esfuerzo físico debe tener menos estrés que quien trabaja, por ejemplo, en oficinas donde el hacinamiento convierte esos espacios en infiernos de luchas por el poder y hasta por el ego, aunque su cuerpo esté “descansando” sentado cómodamente y con clima artificial. 

 

 Aquí la pregunta nos la debemos hacer todos: ¿queremos vivir con menos salud y menos tiempo, o queremos vivir mejor, por más tiempo? Nuestros proyectos de vida deben ser revisados con este elemento.