Casi todas las obras clásicas de la literatura universal fueron escritas bajo la luz de las velas. Estas pequeñas antorchas antediluvianas, se fabricaban con: grasa de ballena, cera de abeja, grasa de vaca o de oveja.
Su elaboración era tardada hasta que la revolución industrial tuvo en la fabricación de velas un campo fértil para mostrarse ante el mundo como el hito del desarrollo cuando Joseph Morgan, utilizando la parafina, en 1834 patentó una máquina que fabricaba mil 500 velas por hora. Thomas Alva Edison inventó en 1879 una bombilla eléctrica que funcionaba hasta por 40 horas: una burbuja de cristal con un filamento de carbón, que cambió el ciclo natural de la vida, convirtiendo en habitable y productiva a la noche. Se le considera el invento mayor del hombre, más que la fabricación de cerillos en 1826, que la locomotora de vapor de 1829, la máquina de coser de 1830, el refrigerador de 1834, el telégrafo de 1838, el ascensor en 1851, la máquina de escribir de 1867, el teléfono en 1876, el fonógrafo en 1871, los rayos X en 1895, y el cinematógrafo también en 1895.
A México llegó este avance tecnológico en 1900 cuando el presidente Porfirio Díaz encendió el primer foco eléctrico en el Palacio Nacional. De ahí en adelante todo fue crecer en la red de distribución de energía eléctrica, pues la modernidad había llegado a nuestro país. Claro, aquí somos especiales y los mexicanos de aquel tiempo batallaron para incorporar a su lenguaje los términos switch, socket, watt y otros relativos a semejante novedad tecnológica.
Aparte se debe mencionar un creciente temor a que se multiplicaran los electrocutados que accidentalmente se acercaban a los cables que colgaban en las calles. Además, decían que vivir bajo el influjo de la energía eléctrica causaba ceguera o al menos miopía. El sonado caso del poeta, escritor y cirujano mexicano Manuel Gutiérrez Nájera que publicó una protesta en contra del foco eléctrico porque exageraba las arrugas en el rostro de la mujer, y pedía que los romances continuaran siendo a la luz de las velas, se reprodujo en varios países. Sin embargo, en contraste con el reinado de la vela que duró muchos siglos, el de la bombilla eléctrica fue breve pues terminó en el año 2013 al dejar de fabricarse los focos incandescentes, siendo sustituidos por otros de tecnología fluorescente. La iluminación automotriz con tecnología LED es agradable, al recordarnos las películas de ciencia ficción de los años cincuenta en donde aparecían platillos voladores con luces que daban ese mismo efecto. Esta nueva tecnología de iluminación aplicada en los Pinos de Navidad es encantadora, y lo mejor es que su consumo de energía es muy inferior al de las lámparas y focos incandescentes. Pero aquella sensación de ver todo iluminado con un tono ligeramente amarillo por la luz de un foco incandescente, no tiene comparación.