05/May/2024
Editoriales

La Caquistocracia

En nuestro México existen electores -la minoría- que entienden el valor de su voto, que puede cambiar el rumbo de la nación. Sin embargo, todavía no hay madurez electoral para votar por las mejores opciones, que consideren biografía, prestigio, preparación, experiencia, y proyectos; no sólo imagen, carisma y bravuconadas. 

Desde hace unas cuatro décadas, filósofos de la escuela de Turín como Bobbio, Bovero, y Sartori, hablan de la caquistocracia o el gobierno de los peores. 

Este fenómeno se presenta cuando sujetos sin capacidad o conocimiento suficiente llegan al poder impulsados por poderes fácticos como los medios de comunicación, empresarios, mafiosos o el propio gobierno.

Del imperio romano poco se recuerda al sacerdote - emperador Marco Aurelio; un filósofo, filántropo, y gran legislador que en sus 19 años de gobierno sólo hubo dos funciones de circo (gladiadores, pelea de animales), moderó los impuestos, guerras y las ejecuciones públicas. 

En cambio Nerón llenaba el anfiteatro de la ciudad con miles de ciudadanos escuchando su desafinado canto, acompañado de un arpa, pero los romanos disfrutaban la Vía Apia llena de crucificados. Ciertamente Nerón fue mal administrador que aumentó los impuestos al triple que su antecesor Claudio, pero la leyenda de que lanzaba monedas de oro al pueblo lo popularizó. Su imagen tocando el arpa mientras ardía Roma es perenne. 

También nosotros hemos tenido ejemplos de caquistócratas, como por ejemplo, Antonio López de Santa Anna, cuya irracional popularidad le llevó a ser once veces presidente de México entre 1832 y 1855. Realizaba fastuosos desfiles y verbenas populares; apoyaba a la Iglesia en sus festividades patronales con pirotecnia y música. Sus extravagancias como enterrar su pierna con todos los honores de héroe le hicieron muy popular. Por eso, luego de perder indolentemente la guerra contra el invasor y la mitad del territorio nacional, en 1853 regresó al poder. 

Al contrario, nadie recuerda –por ejemplo- a su antecesor Mariano Arista, presidente de 1851 a 1853 que intentó reorganizar el país, bajó los impuestos y arregló la hacienda. Aquí en nuestra Ciudad al menos tenemos una calle con su nombre...

Porfirio Díaz, al inicio de su largo gobierno (1876-1910) era el popular “héroe del 2 de Abril” de 1867 cuando el ejército mexicano venció al francés en Puebla. Trajo avances como electricidad, ferrocarril, teléfono y telégrafo con una pompa que hipnotizaba al pueblo. Pero cuando su gobierno se asentó y se volvió más serio, Díaz se tornó aburrido, y sólo se recordaban sus derrotas en las alzadas de los planes de la Noria y Tuxtepec. Así que, cuando Francisco I. Madero se rebeló contra Díaz, la popularidad del “Chaparrito” era impresionante, opacando los avances económicos e industriales de Díaz. Pero al gobernar, Madero disminuyó su atractivo y los populares eran otros, como Villa y Zapata. 

El Berliner Zeitung prestigiado periódico de Berlín, encuestó en 1995 a soviéticos que habían vivido en la URSS. El 72% recordaba con mayor agrado a Stalin, cuando había hambruna y terror de estado, porque se sentían orgullosos de su patria soviética y de la seguridad que el ejército rojo les brindaba; en cambio solo el 13% tenía gratos recuerdos del gobierno de Kruschev que consiguió el mejor momento económico de la URSS.

En Alemania, Ángela Merker con uno de los gobiernos económicamente más ordenados del mundo, vio desplomar su popularidad del 61% al 39% en sólo 3 meses por un escándalo de supuesta homosexualidad. En cambio, su par luxemburgués Xaver Bettel, que delegaba al gabinete todo el peso del gobierno mientras él viajaba una semana al Tíbet para meditar, subió su popularidad del 41% al 70% luego de contraer matrimonio con otro varón. El mismo fenómeno de homosexualidad operó al revés, en función del carisma.

El 78% de los japoneses considera a Hirohito un emperador valiente y un orgullo nipón, pese a haberlos llevado a la  Segunda Guerra Mundial que terminó en las masacres de Hiroshima y Nagasaki. Mientras el 52% consideraba al emperador Akihito un cobarde aunque sus políticas de relaciones diplomáticas y académicas fueron exitosas, lo que le llevó a renunciar al trono en 2019 dejando a su hijo el emperador Naruhito.

En el México del Siglo XX fue más popular el gobierno de Miguel Alemán, pleno de lujo joligudesco con la frase presidencial de "¿qué me toca hoy, viaje o vieja? -que brotaron los primeros escándalos de corrupción moderna-, que el honrado gobierno de Adolfo Ruiz Cortínes a quien se recuerda por su edad madura más que por su probidad. El dicharachero Fox alcanzó una inexplicable popularidad -68%- con un gobierno que paralizó la economía del país y petrolizó su desarrollo; mientras el actual López Obrador trae una popularidad -65%- que lo ubica en el segundo lugar internacional, pese a repartir enormes cantidades de subsidios en efectivo a millones de mexicanos. 

Hoy los gobernantes deben ser estrellas mediáticas más que estadistas funcionales. La gente más que nunca busca que toda su vida sea diversión y que esté al alcance en sus dispositivos electrónicos. Hoy se busca a un gobernante espectacular aunque sus resultados no sean los adecuados, y así el próximo día 2 de junio votaremos por un nuevo presidente. Ojalá que la caquistocracia sea derrotada.

Fuentes:

Breve historia de la Revolución Mexicana, Jesús Silva Herzog

El País

The New York Times

Milenio

El Futuro de la Democracia, Norberto Bobbio

Una gramática de la democracia, o contra el gobierno de los peores. Michelangelo Bovero