27/Apr/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Mayo 15 de 1867: Tras dos meses de sitio a la ciudad de Querétaro, el general nuevoleonés Mariano Escobedo, al frente de las tropas liberales juaristas, logró romper el cerco de la Ciudad para entrar hasta el mero Cerro de las Campanas donde se había refugiado el emperador Maximiliano de Habsburgo, acompañado del general Tomás Mejía y un puñado de hombres de su guardia. En el libro “El sitio de Querétaro en 1867. Memorias íntimas”, Bernabé Loya narra cómo sucedieron los hechos que le constaron personalmente. Maximiliano llegó a Las Campanas pensando que habría algunas fuerzas reunidas, pero no estaban más que sus acompañantes. Desesperado le preguntó varias veces a Mejía si creía poder forzar el cerco y Mejía le respondió luego de analizar cuidadosamente los planos de la región, que no, que la única posible alternativa de sobrevivencia era rendirse y Maximiliano tomó la decisión de izar la bandera blanca.

Seguramente que el príncipe europeo lanzó alguna maldición al aire al recordar que Napoleón III lo dejó solo al retirar a su ejército para reforzar sus frentes de guerra en Europa, y porque estaba harto de que nunca pudieron vencer al ejército republicano de Juárez. Su mente debió volar rumbo a donde estaba su mujer Carlota, quien había ido a Europa a buscar apoyos para su causa. Tal vez se arrepintió de no renunciar a la monarquía de México cuando lo intentó, pero se dejó convencer por un grupo de mexicanos conservadores y traidores que no querían a Juárez. Y eso que tenía 9 mil soldados dirigidos por estupendos generales como Miguel de Miramón, Leonardo Márquez y Tomás Mejía. El 19 de febrero de 1867, Maximiliano se había instalado en la "Nueva Capital del Imperio", con un plan “infalible” para hacer polvo a las tropas dispersas de Juárez que estaban organizadas en cuatro frentes: El ejército del norte, al mando de Escobedo, el del centro, comandado por Riva Palacio; el de oriente, por Porfirio Díaz y el de occidente, al mando de Ramón Corona.

Pero después de la Batalla de Santa Gertrudis que ganó Mariano Escobedo, ya no dieron pie con bola y terminaron encerrados todos en Querétaro pues Escobedo, apoyado por Jerónimo Treviño y Ramón Corona, mantuvieron hermético el cerco. Según lo que escribe Bernabé Loya, el propio Escobedo durante una visita de reconocimiento le señaló el lugar exacto donde Maximiliano le entregó la espada declarándose prisionero de guerra, pidiendo al mismo tiempo una escolta para irse a la costa a embarcar rumbo a Europa, pero Escobedo no lo autorizó. Maximiliano pensó que el presidente Juárez lo exiliaría, pero desde 1862, Don Benito había expedido una ley que declaraba culpables de traición a la patria a todos los seguidores del Imperio, con mayor razón al propio emperador. Un mes después, el 19 de junio de 1867, Maximiliano de Habsburgo fue fusilado en el Cerro de las Campanas. Juárez recibió en el ínterin cualquier cantidad de misivas de los más altos personajes de Europa, tanto de la política, como de las letras y de la propia Iglesia Católica, pidiendo el indulto de Maximiliano. Pero Benito Juárez no titubeó, aplicando la ley. Hoy recordamos esta fecha que es casi tan importante como la de La Independencia de México.