18/Apr/2024
Editoriales

El Papel de las Emociones en la Política

Querámoslo o no, las emociones siempre juegan un papel importante en la polí­tica de cualquier nación: En los buenos tiempos implí­citamente y en los malos muy explí­citamente. La teorí­a democrática recomienda que, cuando este sistema esté en plena vigencia, como sucede en el Primer Mundo, el elector debe hacer un análisis frí­o y "cientí­fico" de cuáles de las propuestas de los partidos polí­ticos funcionará mejor, sobre todo en el aspecto económico, y votar por ese, ya que en esos paí­ses todos los partidos están de acuerdo en los aspectos básicos de seguridad y de derechos humanos.

En el Segundo Mundo las emociones están "controladas" y forman parte de la ideologí­a dominante, y en el Tercer Mundo, que es el que más nos interesa, conviene examinar a fondo qué es lo que nos conviene hacer:

En primer lugar, en lo que a relaciones internacionales se refiere, siempre debemos estar examinando si en los paí­ses del Primer Mundo con los que estemos más relacionados, en el caso de México obviamente los Estados Unidos, están pasando por buenos o malos tiempos. En el presente, es claro que los EUA están pasando por muy malos tiempos ¿Por qué? Porque los avances tecnológicos han permitido la creación de empresas gigantescas, especializadas el los manejos electrónicamente programados de sus actividades, tales como Google, Amazon y Walmart, las cuales han hecho quebrar a innumerables negocios chicos y han causado el despido de millones de empleados no especializados: Todo esto ha creado un ambiente de inseguridad y desorientación. Este ambiente cargado de emociones personales y grupales, lo han aprovechado polí­ticos demagogos con "buenas antenas", el prototipo de los cuales es Donald Trump, quienes vociferan soluciones "fáciles" pero falsas, tales como correr a los inmigrantes ilegales y revisar los tratados comerciales, con lo cual ofrece volver a crear empleos obsoletos que les fueron "usurpados".

En segundo lugar, en cuanto a polí­tica interna aquí­ en México, las únicas emociones "permitidas", es decir las únicas que nos llevan por el buen camino, son las emociones moralizadoras o moralizantes, es decir aquellas que se dirigen a implantar el imperio de la justicia o, en otras palabras, a buscar el bien común. Nunca serán factores sociales constructivos, aquellas emociones polí­ticas basadas en egoí­smos individuales o de grupos, clases, razas o nacionalidades determinadas.

¿Qué aplicaciones prácticas podemos sacar de estos principios para la polí­tica mexicana actual? En primer lugar cuidarnos de los "cantos de sirena" de AMLO, tan bien descritos en el artí­culo "Incongruencias" de Denise Dresser, pues las polí­ticas demagógicas están siempre basadas ya sea en la mentira o en una visión falsa de la realidad: Sólo la plena verdad es siempre moralizante. Y si a mentir vamos ¿Qué diremos de la ya obsoleta manera del PRI de querer "manejar" a "las grandes mayorí­as" de campesinos, obreros y "el sector popular", la cual si bien tuvo alguna justificación cuando entre los años 1940 y 1970, por su capacidad para permitir un "aumento sostenido" cualitativo y cuantitativo de la sociedad mexicana, ahora, en el siglo XXI, estas grandes mentiras ya sólo llevan a la más descarada corrupción impune.

Entonces ¿A qué nos podemos atener? Pues a que los partidos "de oposición", PAN y PRD, entiendan que sólo conseguirán seguidores leales y decididos, si abandonan las "nuevas tácticas" de compra de votos, copiadas al PRI, incluyendo todas la triquiñuelas para "disponer" de los fondos públicos. Si esto falla completamente, entonces habrá que buscar a un candidato "independiente", que aunque sus probabilidades de llevar a buen puerto al "barco" nacional sean mí­nimas, cuando menos serí­a un golpe bien asestado a los polí­ticos podridos: Dí­ganlo si no los nuevoleoneses.

Atte.- JVG.- 12-04-17