02/May/2024
Editoriales

La cuna

Entre la cuna y la tumba está la escuela, decía el canta autor Facundo Cabral. 

 

Porque cuna, escuela y tumba son tres elementos fundamentales para todos los seres humanos, representando las tres etapas importantes de la vida: el nacimiento, la preparación y el descanso definitivo, o muerte.  

 La cuna es la primera casa que tiene un recién nacido, el lugar en donde tiene seguridad y a donde le llevan su alimento.

 Las áreas de maternidad de los hospitales colocan a los recién nacidos frente a una ventana para que los visitantes puedan admirar a los recién llegados a este mundo, envueltos en alguna cobija y siempre acostados en una cuna.

 En la antigüedad las cunas eran simples cestos, y algunos personajes bíblicos como Moisés, su mejor referencia es una cuna, pues dentro de una fue hallado flotando en las aguas del río Nilo. 

 Tanto se le relaciona con la cuna que se le llama moisés a los cestos portátiles de mimbre, que se utilizan de cuna. 

 Platón dice que cuando no había una cuna a la mano, la nodriza que tenía a su cargo el cuidado del niño, lo acunaba con sus brazos que movía con el balanceo característico de arrullo. 

 El dios mercurio, aparece de niño, pintado en un vaso en una cesta con asas, sentado de tal manera que sólo se ve la cabeza y una parte de su cuerpo. La cesta tiene forma de barco, y permite darle movimiento oscilatorio con el menor esfuerzo. 

 Rómulo y Remo, los gemelos fundadores de Roma, eran mecidos por su madre en una cuna en forma de pila, en la cual fueron abandonados en el Tíber y criados después por una loba, según dice la leyenda. 

 En la Basílica romana de Santa María La Mayor, está una reliquia muy especial: la cuna del niño Jesús. 

 En la Edad Media, se acostumbraba que las cunas fueran elaboradas a partir de un tronco de árbol, al que se le hacían dos agujeros –uno de cada lado- que eran una suerte de asas. 

 Ya en el siglo XVIII las cunas eran un signo de distinción, pues la burguesía mandaba hacer la cuna más lujosa posible. Las construían de maderas preciosas con adornos de marfil, oro y plata, siendo elemento de distinción entre los poderosos.

 Claro que los niños pobres continuaban viviendo en sus cunas rústicas. 

 Al paso del tiempo, a inicios del siglo XX, en muchas naciones las cunas se colgaban del techo, para protección del bebé porque de pronto podía meterse a la casa algún animal peligroso y de esa forma no podía atacar al niño.

 Hoy día las cunas tienen cualquier cantidad de diseños y variedades. Pueden ser móviles, de corralito, con aditamentos para protección de mosquitos, elevadores manuales, rodadillos, y un travesaño en donde colgar algún juguete porque las tradicionales sonajas ya pasaron de moda.

 En las familias tradicionales las cunas son muebles preciados que se conservan para pasar de generación en generación, porque los recuerdos del hijo se relacionan con sus cunas.

 

 De las escuelas y las tumbas, después hablamos…