24/Apr/2024
Editoriales

Las logias masónicas en Nuevo León

Que hubiera en el Nuevo León de principios del siglo XX una gran presencia política de la masonería no sorprendía a nadie. A mediados de ese siglo todavía era lugar común ver a las más altas autoridades uniformadas con la indumentaria masónica. Este antiguo movimiento internacional se presentó y se aceptaba clandestinamente desde tiempos de la Nueva España, como una forma aspiracional a la inexistente democracia en un país aún dominado por la corona española, y su conocido absolutismo. 

En el Nuevo Reino de León, la oposición era un atentado (de pensamiento, palabra u omisión) contra la legitimidad divina del “señor natural” puesto por Dios. Aún así, por todo el Imperio español circulaban libros que buscaban moderar a la Monarquía y hasta de constituir una República, en el grupo llamado de los Liberales. 

Cuando el rey Fernando VII estuvo cautivo por Napoleón (1808 a 1814), los liberales se apoderaron en España de las Cortes -cuerpo legislativo- establecidas en Cádiz. Impusieron en 1812 una constitución que moderaba al monarca, establecía la división de poderes y algunos contrapesos entre ellos. 

Conocida como la Constitución de Cádiz estuvo en vigor aquí de 1812 a 1814, después fue abolida, luego restablecida de 1820 a 1821, y por último abolida por la Independencia nacional. Oponerse a ella también era herejía, pues no podía haber oposición al sistema, por ser también obra de Dios a través de los diputados.  La CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA MONARQUÍA ESPAÑOLA está hecha: 

“En el nombre de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, autor y supremo legislador de la sociedad.” 

A pesar de todo, había oposición y surgieron dos bandos: los constitucionalistas y los absolutistas, y el Nuevo Reino de León no fue la excepción. El alcalde de Monterrey Pedro Manuel de Llano impulsaba a la Constitución apoyando la elección de una diputación provincial, mientras el comandante de las Provincias Internas de Oriente, Joaquín de Arredondo, buscaba impedir las elecciones de ayuntamientos, pretextando que la Constitución no era del todo clara. Ganaron los constitucionalistas. 

Ya con la Independencia de 1821, el Imperio de México -a falta de una Constitución- padeció la lucha entre los dos bandos, pues el Plan de Iguala lo permitía. Los Borbónicos querían a un emperador europeo; los Iturbidistas al libertador Agustín de Iturbide, y siempre ocultos estaban los Republicanos. 

En el Nuevo Reino de León, el alcalde de Monterrey, Matías de Llano, representaba a los borbónicos, y a los iturbidistas el diputado suplente a las Cortes del Imperio Juan Bautista de Arizpe; mientras a los republicanos, fray Servando Teresa de Mier. Los repubicanos triunfaron, con el coahuilense Miguel Ramos Arizpe a la cabeza. 

Hasta que hubo una Constitución Federal en 1824 y la local en 1825. Aunque esta Constitución también era inspirada por Dios como lo señala en su proemio: Constitución Política del Estado libre y soberano de Nuevo León. En el nombre de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo, y Espíritu Santo, autor y supremo legislador de la sociedad, el Estado Libre y Soberano de Nuevo León legítimamente representado en sus diputados constituyentes (…), la CONSTITUCIÓN POLÍTICA. 

Oponerse a ella de nuevo era ilegalidad, y falta a la voluntad de Dios, pero se mantuvieron los grupos opositores. Los Borbónicos, sobre todo miembros del Alto Clero -que no reconocían la Independencia negándose a nombrar Obispo después de José Ignacio de Arancibia y Hormaguei desde 1821 hasta 1831-, se disolvieron en 1829, cuando falló la reconquista española del brigadier Isidro Barradas. 

Así que las Logias masónicas podrían considerarse como los primeros partidos políticos en Nuevo León, aunque ellas y los propios partidos estuvieran prohibidos. La primera Logia llegó a Monterrey en 1827. Fue la conservadora Escocesa, centralista pro católica, cuyo fundador fue el alcalde Irineo Castillo, que a su vez era capitán de la milicia activa de la ciudad. Era formada por terratenientes y militares. 

Pronto arribó -promovida por frailes franciscanos- la Logia Yorquina dirigida por Manuel María de Llano, integrada porfederalistas, liberales y partidarios de la libertad de cultos. En su seno había intelectuales, el bajo clero, políticos profesionales y caudillos populares. 

Como era de suponerse, entrambas Logias había disputas que causaban cambios continuos de gobernador. Porque sus ideas eran opuestas, y no había un foro para dirimirlas, pues en el Congreso no podían tratarse cambios de forma de gobierno, ni aspectos antirreligiosos, según el articulo 271 de la Constitución local de 1825. 

“271 Nunca podrán reformarse los artículos de esta constitución, que establecen la libertad e  independencia de este estado, su religión, forma de gobierno, libertad de imprenta y división de poderes” 

A pesar de que desde 1828 estaban prohibidas en México operaban con toda libertad, y casi todos los gobiernos pertenecían a una u otra Logia. La pugna entre ellas era tan fuerte que ni cuando el país estaba en peligro aminoraba. En septiembre de 1846, en plena Invasión norteamericana, el general yorquino Francisco Mejía y el escocés Pedro de Ampudia no se pusieron de acuerdo para organizar una buena defensa de nuestra Ciudad; y en tres días fueron derrotados por los invasores. 

Las dos logias se enfrentaron a nivel nacional y local de forma clandestina, en más de un centenar de planes, revoluciones, asonadas, y golpes de estado hasta que la Constitución de 1857 permitió la libertad de pensamiento y se formaron legalmente los partidos políticos, aunque siguieron siendo los mismos liberales y conservadores. 

Hoy día, aún venidas a menos, la importancia histórica de las Logias es indiscutible. 

 

 

Fuentes: 

 

 

David Alberto Cossío, Obras Completas, Tomo VIII.

México a través de los siglos, Vicente Riva Palacio et altre