Editoriales

Metaforización de la Filosofía y la ciencia

Rigoberto Pupo Pupo

Doctor en Filosofí­a. Doctor en Ciencias

Profesor Universidad "José Martí­" de Latinoamérica

Un lenguaje cuando produce imágenes creativas, permeada de metáforas suscitante, no dispone, sino propone, suscita y anticipa. Es como un reflejo anticipado que no permanece pasivamente, se dirige al futuro, a lo por venir con vocación ecuménica y en pos de la concreción. Por eso Descartes identifica la imagen con la idea o prefiere ésta en lugar de aquella, para significar la representación mental, sin reducirla al simple reflejo sensorial reproductivo, pues la idea, como imagen mental, recrea con vuelo de altura, construye, se adelanta y enriquece con la invención y nuevas propuestas, diferentes de las que ya existen. Por eso la filosofí­a y la ciencia, sin hacer dejación de su forma lógico - conceptual debe fertilizarse con las otras formas aprehensivas de la realidad por el hombre, como es el caso de la metáfora y el lenguaje tropológico, en general.

Repensar la Filosofí­a, la ciencia y otros saberes hoy, no es una simple consigna. Es una profunda convocatoria a pensarlos, con alto vuelo desde la teorí­a y praxis mismas. Es un llamado contra el exclusivismo que hace estéril el discurso. Un discurso, a veces gobernado por el abstracto epistelogismo que teme a las variadas formas aprehensivas de que dispone el hombre. He ahí­ el por qué de la necesidad de la metaforización del discurso, sin reducirse a ella- porque se harí­a lo mismo que se critica- en la eterna búsqueda de la verdad.

La imagen, como representación viva de una cosa, un fenómeno, proceso, acontecimiento, etc., constituye un medio representativo de gran importancia cognoscitiva, práctica, valorativa y comunicativa, tanto en su sentido figurado (tropológico) como en su forma directa o sentido recto. Su riqueza de contenido deviene por sus múltiples poderes representativos de la imaginación, ya sea como expresión compuesta sólo de palabras que significan objetos sensibles, como forma viva y eficaz de algo por medio del lenguaje, como metáfora, sinécdoque, metonimia, etc.

La siguiente metáfora capta en su esencialidad la función de la imagen:" pone a los ojos del cuerpo lo que sólo es visible con los ojos del alma", es decir, a través de la imagen, es posible elaborar un producto mental que da forma concreta a lo abstracto. Es que la imagen como resultado de la imaginación, constituye un medio indispensable en la construcción de la verdad, en tanto creación espiritual capaz de revelar esencias y conceptos, inaprehensibles por los medios lógicos comunes, tradicionales, sin perder la logicidad que le es inmanente como producto mental humano.

"La imagen según Lezama Lima- es la causa secreta de la historia. El hombre es siempre un prodigio, de ahí­ que la imagen lo penetre y lo impulse. La hipótesis de la imagen es la posibilidad. Llevamos un tesoro en un vaso de barro, dicen los Evangelios, y ese tesoro es captado por la imagen, su fuerza operante es la posibilidad." (Lezama, Lima J. (1981, p. 19) Imagen y Posibilidad. Editorial Letras Cubanas, La Habana)

Tanto la imagen natural (representa un objeto sensible mediante otros objetos sensibles) como la ideal (representación de de ideas abstractas o estados sensibles indefinidos a través de formas concretas, reuniendo cualidades o atributos) son medios idóneos de acceso a la verdad, pues son productos nuevos, perneados de razón utópica, fantasí­a y sensibilidad. ¡Cuánto dice, suscita y enriquece la representación de la salida del Sol con la imagen!: "abre la mañana sus alas de oro", o representar con palabras del gran poeta español Juan Ramón Jiménez, un campo florecido en primavera, con la imagen:"Dirí­ase que el cielo se deshace en rosas", o en Garcí­a Lorca, para expresar el viento:

"Yo soy todo de estrellas derretidas,

Sangre del infinito;

con mi roce descubro los colores

de los fondos dormidos.

Voy herido de mí­sticas miradas...

O de Herrera Reissin, cuando nos concreta, cómo el cura campesino sacaba de la tierra lo suficiente para adornar el altar: el ordeñar la pródiga ubre de la

montaña

Para encender con oros su pobre

altar de pino.

¿Por qué entonces la epistemologí­a racionalista tradicional, teme tanto al camino poético del lenguaje, y sólo admite la imagen gnoseológica frí­a, impersonal, y por todo ello, abstracta, vací­a? Cuando históricamente la praxis muestra el valor de subjetividad, de la imaginación creadora y bella en la revelación de la existencia humana, incluyendo la verdad que cualifica una de los principales objeto de búsqueda para realizar su ser esencial. Sencillamente, el paradigma gnoseológico logicista ha quebrado. Asistamos a sus funerales, pero sin absolutizaciones para no incurrir en sus mismos errores.

Un lenguaje cuando produce imágenes creativas, permeada de metáforas suscitante, no dispone, sino propone, suscita y anticipa. Es como un reflejo anticipado que no permanece pasivamente, se dirige al futuro, a lo por venir con vocación ecuménica y en pos de la concreción. Por eso Descartes identifica la imagen con la idea o prefiere ésta en lugar de aquella, para significar la representación mental, sin reducirla al simple reflejo sensorial reproductivo; pues la idea, como imagen mental, recrea con vuelo de altura, construye, se adelanta y enriquece con la invención y nuevas propuestas, diferentes de las que ya existen.

Abordar la realidad subjetivamente- como aconsejaba Marx, en sus Tesis sobre Feuerbach- es imaginar, descubrir, develar algo nuevo, trasuntado en novedades que dejan el reino de la posibilidad para encarnar realidades concretas, que al mismo tiempo son fuentes de nuevas aprehensiones. Fundarse en la imagen creadora, es prolongar los fines humanos y realizarlos en bien del hombre.

Crear es imaginar con plena libertad y poner los fines para satisfacer necesidades e intereses humanos. No es sencillamente dar cauces a la ficción y a las quimeras de la razón. Es sentir al mismo tiempo que nos alejamos de lo inmediato con vocación trascendente hacia lo maravilloso que enaltece y da fuerzas en dirección a la verdad que siempre buscamos, al saber integrador que altera la realidad para descubrirla. Sencillamente, "(...) lo maravilloso comienza a serlo de manera inequí­voca cuando surge de una inesperada alteración de la realidad (el milagro), de una revelación privilegiada de la realidad, de una iluminación inhabitual o singularmente favorecedora de las inadvertidas riquezas de la realidad, de una ampliación de las escalas y categorí­as de la realidad, percibidas con particular intensidad en virtud de una exaltación del espí­ritus que lo conduce a un modo de "estado lí­mite. Para empezar, la sensación de lo maravilloso presupone una fe. Los que no creen en santos no pueden curarse con milagros de santos, ni los que no son Quijotes pueden meterse, en cuerpo y en alma y bienes, en el mundo de Amadí­s de Gaula o Tirante el Blanco" (Carpentier, A. (1974, pp. 96 – 97) Tientos y diferencias. Contemporáneos.UNEAC, La Habana.

Alejo Carpentier, Premio Cervantes, con imaginación creadora, revela la gran verdad, que toda Nuestra América, no es más que una crónica de lo real maravilloso. Esta concepción, o método, si se quiere, le abrió amplias perspectivas para revelar la verdad del hombre en relación con el mundo, mediado por la praxis y sus circunstancias tropicales y otros contextos que tan sabiamente revela nuestro novelista mayor.

Sin artificios gnoseológicos, pero siguiendo la lógica especial del hombre y su espiritualidad, Carpentier construyó muchas verdades; creó verdades que hoy la historia y la cultura enriquecen y amplí­an con nuevos sujetos creadores.

Tanto la metáfora como la imagen propiamente dicha, son modos reveladores del cosmos humano en relación con el Universo. Ambas dan cuenta de la riqueza expresiva del pensamiento, el lenguaje y sus amplias posibilidades creadoras. Son en sí­ mismas realidades teñidas de subjetividad sustantiva. Expresan conocimiento valor, praxis y comunicación en su despliegue progresivo y develador de esencias. "En mi sistema poético del mundo, la metáfora y la imagen tienen tanto de carnalidad, (...) como de eficacia filosófica, mundo exterior o razón en sí­. Es uno de los misterios de la poesí­a la relación que hay entre el análogo, o fuerza conectiva de la metáfora, que avanza creando lo que pudiéramos llamar el territorio sustantivo de la poesí­a,- enfatiza Lezama -con el final de este avance, a través de infinitas analogí­as, hasta donde se encuentra la imagen, que tiene una poderosa fuerza regresiva, capaz de cubrir esa sustantividad" (ílvarez, A. (1966, pp. 31 - 32). í“rbita de Lezama Lima, ediciones Unión, La Habana)

La imagen y la metáfora, independientemente de su carga subjetiva, no son simples representaciones formales carentes de contenido. "La relación entre la metáfora y la imagen –escribe Lezama Lima- se puede establecer con un caballo tan alado como nadante que persiste en una sustancia resistente que en definitiva podemos considerar como imagen. La imagen –continúa el pensador y poeta cubano- es la realidad del mundo invisible", (ílvarez, A. Obra citada) que la filosofí­a busca, en la medida que hace tangible lo abstracto o es capaz de anticipar lo que en el presente es sólo deseo, sueño, utopí­a, es decir, sólo posibilidad, no realidad concreta

Como la metáfora es un cambio de una palabra o grupo de ellas al sentido figurado, fundado en la asociación por semejanza, y la imagen, una representación "concreto- sensible" de estados difusos o ideas abstractas, ambas, en su unidad integran la traslación de sentido (la metáfora) y la nueva creación por la reunión de atributos cualificadores sensibles (imagen). Metáfora e imagen en el discurso contemporáneo (no sólo el eminentemente poético) aparecen indisolublemente unidos. Esto favorece "el sintetitismo" ensayí­stico que tanto impera y se impone. Este poder sintetista de ambas, además de vigorizar el estilo y hacer más sugestivo y suscitador el discurso, le imprime belleza sensorial y racional a las palabras y a sus significaciones. Porque a la filosofí­a, en toda su historia, le ha interesado más el sentido del origen y devenir de la realidad, que la "cosa en sí­" misma.

Es difí­cil encontrar un texto, incluyendo el ensayo estrictamente cientí­fico que no opere con imágenes y metáforas (Dí­az de Kóbila, Esther. (1991, p.96.) Ideas robadas. Editorial Biblos, Buenos Aires, Argentina), pues necesariamente trabaja con palabras, con sus respectivos significados y significantes que no pueden reducirse a lo inmediatamente dado. Requieren de mediaciones y a éstas le son inherentes por antonomasia. "Platero bebí­a cristales ensangrentados." Juan Ramón Jiménez expresa así­ cómo el hocico de su asno perturba la serenidad del agua enrojecida por el reflejo del sol. La literatura es metáfora. La poesí­a es, por excelencia, metáfora. El arte es metáfora. Mahler no querí­a que sus amigos miraran el paisaje que rodeaba su gabinete de trabajo. Querí­a que escuchasen su música. Porque ahí­ se encontraba el paisaje, filtrado y embellecido por la creación estética. El Guernica de Picasso es una metáfora de la guerra. Las catedrales góticas son metáforas de la gloria divina. La piedad de Miguel íngel es una metáfora del dolor" (Dí­az de Kóbila. Obra citada).

La filosofí­a con todo el arsenal lógico cosmovisivo y metodológico que le es propio y que la tradición ha impuesto desde antaño, resulta inconcebible sin el empleo de las imágenes y las metáforas: "La filosofí­a, aparentemente tan alejada del arte, también constituye una búsqueda de metáforas (...) Un filósofo realista podrí­a decir que no es así­, que la realidad es como él la expresa. Sin embargo, en la medida en que expresa la realidad con signos, con palabras, con algo que media, que intercede entre la realidad y nosotros, está construyendo una metáfora". (Dí­az de Kóbila. Obra citada).

Para Ortega y Gasset, gran ensayista contemporáneo español, es la metáfora un instrumento mental imprescindible y una forma del pensamiento cientí­fico. Marcel Proust considera que sólo la metáfora puede eternizar el estilo literario, y en general todo estilo de excelencia, incluyendo al filosófico.

El logicismo cientificista al hiperbolizar el lenguaje "cientí­fico" y sus cadenas categoriales sólo ve en las metáforas figuras ornamentales y decoración estilí­stica, carentes de información y saber. Su ceguera epistemologista y abstracta le impide comprender que no se trata, "(...) tan solo de un tropo intuitivo que maneja la teorí­a de la sustitución, no es una simple analogí­a, no es una palabra sustituta que sólo da belleza al lenguaje. La metáfora es una frase que construye una imagen no- idéntica, la cual implica una traslación, múltiples desví­os que generan plurisignificaciones (González, E. (1999, p. 17) La Educación: metáfora de la vida (tesis doctoral).Medellí­n, Colombia.

La naturaleza del lenguaje metafórico está permeada de complejidad, incertidumbre y de ficción heurí­stica. Por eso puede red-escribir la realidad y posibilitar nuevas imágenes creativas de lo real existente. Su capacidad heurí­stica le permite partir de lo conocido hacia el descubrimiento de lo desconocido, infranqueable para el sentido recto del lenguaje. La metáfora funda relaciones contradictorias que traspasan el umbral de los signos ordinarios para transitar al mundo abstracto, a la esfera de los sí­mbolos y nuevas profundidades de las esencias.

Es que la metáfora relaciona dialécticamente el signo y el sí­mbolo en una unidad contradictoria, capaz de subvertir la lógica común para vincular en sí­ntesis lo concreto sensible del lenguaje cotidiano (signos) y lo abstracto del lenguaje de la ciencia (sí­mbolo). Simplemente es la unidad contradictoria de conceptos diferentes, para generar un movimiento dialéctico suscitador de varias motivaciones aprehensivas que incita al pensamiento creador y con ello, también al lenguaje y a sus actos productivos que generan acciones, praxisy viceversa.

El siglo XXI, caracterizado por la globalización, la complejidad y la incertidumbre, plantea nuevos retos al hombre, a la ciencia y a la cultura en general. El saber filosófico y cientí­fico, tiene que repensarse todo, y particularmente, admitir como propios los caminos poéticos del lenguaje, sin minusvalorar los otros. Los resultados tecnocientí­ficos, concretados entre otros, en las revoluciones en las tecnologí­as de la comunicación, la genética etc., si bien son valores útiles al hombre, también pueden enajenar su ser esencial, despersonalizar las relaciones humanas, matar las utopí­as, en fin globalizar la inhumanidad a través de los centros que poseen la fuerza de poder. Ante esta situación se requiere mucho sentido de humanidad y sentido cultural para lograr revertirla y hacer que prevalezca la globalización de un humanismo que integre en unidad inseparable verdad, belleza, bondad y garantice justicia y libertad.

Ante esta realidad, la dimensión lingí¼í­stica del hombre con sentido incluyente, el lenguaje, en tanto mediación central entre el pensamiento, la conciencia y la realidad, puede contribuir con eficacia al impulso de la cultura. Hay que desarrollar la sensibilidad en los marcos de los procesos intersubjetivos de la comunicación, pues en la cultura el contenido cognoscitivo "puro" no es suficiente. La sensibilidad cualifica por excelencia a la cultura, la filosofí­a, las ciencias y la impregnan de sentido cósmico.

En fin, el saber cientí­fico- filosófico y sus múltiples mediaciones, no está reñido con el empleo de la metáfora y otras figuras tropológicas.