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Narra Lupita Meza las humillaciones y groserías que vivió en 9 incursiones al penal del Topo Chico de los años 80s como reportera

 

Una periodista que entró “infraganti” al penal del Topo Chico nueve veces y pasó por lo inimaginable en las revisiones...

 

Primera de tres …

 

La historia  hoy contada pero  vivida hace más de 30 años posiblemente no varía mucho en  los procesos que hoy se siguen en un centro penitenciario, para quienes emprenden una carrera en el periodismo lo documentado llega a convertirse en una joya al paso del tiempo.

  Lupita  Meza, una periodista de más de tres décadas de carrera al poco tiempo de comenzar a reportear tuvo una gran oportunidad periodística que gracias a su curiosidad logró dejar por escrito y para la historia de Nuevo León.

  Ella  fue una reportera que logró, no una, ni dos, ni tres, fueron nueve veces,  ingresar  de manera  “infraganti”   al penal del Topo Chico,  a mediados de la década de los 80´s.. Hoy un centro penitenciario cerrado por el gobierno de Jaime Rodríguez Calderón tras 76 años de operaciones.

  Ahí;  cuenta para nuestras páginas,  que se topó con episodios tristes, groseros, humillantes e innecesarios para una mujer que acudía a ver su reo; vio un preso con sueños rotos, otros resignados y con desconocimiento total de sus derechos y abusados.

  Al poco tiempo de entrar al periódico El Porvenir, centenario en nuestra región; se dio un motín, por su inexperiencia no fue candidata para cubrir la nota pero eso no le impidió hacer un trabajo por cuenta propia.

 Su objetivo era saber por qué se dio aquella violencia penitenciaria, suficiente tema que la llevó a documentar el trato y las condiciones en que eran sometidos los reos y sus familias que acudían en los días de visita.

  Y es que para llegar al reo tuvo  primero que acercarse a la fila de visitas, platicar con las mujeres  y conocer sus historias de a quién verían, luego convencerlas que le diera la oportunidad de suplantarlas  y por ello  llegó a pagar hasta 50 pesos por  ese “ lugar” en la fila.

De esta forma llegó  a  convertirse  en hermana, madre, novia, hija, vecina, amiga;  todas las  personalidades  que le demandaba el lugar que suplantaría con el aval del familiar.

 

LA AUSCULTACION

  

Pero  tenía que vestirse de acuerdo a las circunstancias y  siempre cubriendo  los requisitos penitenciarios y en todas las revisiones, con falda, la que compraba en el mercadito rodante que se ponía afuera del penal.

 Tenía que someterse a auscultaciones  por parte de las celadoras; es ahí donde comienza a vivir lo inimaginable.

 “Yo lo viví… nadie me lo cuenta porque yo pagué mi lugar para hacer fila, inscribirme con el nombre de esa persona, entrar a la revisión, hacerme pasar por su familiar y luego entrevistar a esa persona tras las rejas..” .

 “Nueve veces pasé por esa revisión y tenía que aguantarme porque era parte de mi reportaje,...fui hermana, fui hija, fui vecina …”

   “Era como hacer duro tu estómago, tragar saliva porque sabías a lo que ibas  y me ponía a pensar, bueno ellas vienen cada domingo y había mujeres muy guapas y las celadoras eran mujeres duras y,  yo noté en algunas veces que las celadoras disfrutaban de esa revisión, no así las visitas… por que una mujer no ausculta el cuerpo de otra mujer de la forma en que yo ví”.

 

 ¿Y te lo hicieron todas las veces?

Sí por supuesto,  y yo no podía decir nada porque se suponía que era una visita y no podía alterar el orden y sacar la casta, había que esperar y aguantar. Y también veía como se lo hacían a las demás,  mientras me lo hacían a mí alguien se lo hacía a alguien más; te levantaban la blusa, la falda , te checaba como si fueras una rea, como si tuvieran el derecho de meter mano..  

 

 

CONTINUARÁ…..          ¿el reo aceptaba platicar con una desconocida?