25/Apr/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Julio 29 de 1936: culmina una manifestación obrera en la Plaza Zaragoza de Monterrey, en balacera con saldo de tres muertos y decenas de heridos. La recién fundada CTM nacional (en febrero de 1936) nombró en NL a Tomás Cueva como su dirigente, quien organizó un mitin en la Plaza Zaragoza exigiendo: disolver los grupos de choque o Guardias Blancas; respeto a los sindicatos, y una ley de inquilinato. Los oradores fueron: el propio Tomás Cueva, Antonio Moreno, (Mineros, Metalúrgicos y Similares) y otros dirigentes de albañiles, hoteleros y estudiantes. La reacción de la parte contraria fue una trifulca frente al Casino Monterrey, donde salieron a relucir ladrillazos y hasta balas. Murieron Feliciano Alcocer, de la fábrica de Muelles Hércules; J. Guadalupe Palacios, de Unión de Artes Gráficas, y José Bárcenas, de la Unión de Empleados de Hoteles, Cantinas y Restaurantes. Heridos: el líder Tomás Cueva, el ferrocarrilero Cristóbal Reyes, Julián Yáñez, de la Fábrica de Ladrillos Refractarios, y otros trabajadores. Ante los hechos, el gobernador Anacleto Guerrero, que tenía tres meses en el poder, ordenó detener a 525 personas, entre ellas a destacados empresarios de apellidos muy conocidos que fueron trasladados al Campo Militar, a cargo del general Juan Andreu Almazán. Corrió la especie de que llevarlos al campo militar era para protegerlos, pues la turba quería lincharlos; y más porque después Almazán sería candidato a la Presidencia de la República por el Partido Revolucionario de Unificación Nacional, el Partido Laborista Mexicano y Acción Nacional, contra Manuel Ávila Camacho, candidato del presidente Cárdenas y el PRM. El conflicto venía desde un proyecto de Código Laboral Federal que la Coparmex impugnó en 1931 y el presidente Pascual Ortiz Rubio sostuvo. El operador de la iniciativa fue el secretario de Industria, Comercio y Trabajo, Aarón Sáenz –que acababa de ser gobernador de NL-. Este Código Laboral fue aprobado por la Cámara de diputados federales, y los patrones, encabezados por Luis G. Sada y Joel Rocha, querían que Ortiz Rubio vetara esa ley. Ambos (Sada y Rocha) tenían el respaldo del influyente periódico Excélsior, que dirigía el también empresario nuevoleonés Manuel L. Barragán. Así que, enfrascados en el debate nacional estaban empresarios locales y el más importante periódico del país, contra el presidente Cárdenas y el ex gobernador Aarón Sáenz.

Luego sobrevino la huelga de Vidriera Monterrey –1º de febrero de 1936- a unos días de la fundación de la CTM nacional (24 de febrero), que obligó al presidente Cárdenas a apersonarse en Monterrey, pues el gobernador saliente Gregorio Morales estaba rebasado por el conflicto. Durante cuatro días Cárdenas conversó con las partes, y antes de irse de la Ciudad, expuso 14 puntos destacando que los conflictos laborales deberían resolverse en los tribunales especializados, calentando más aún el debate, que terminó, meses después, en la tragedia que hoy recordamos.

La crisis se atemperó cuando el gobierno revolucionario fue apoyando al grupo patronal con créditos, protección ante los mercados internacionales pero se quedó con el control político de los trabajadores. A los obreros se les dieron más y más prestaciones hasta que se llegó a un nivel digno conforme a la Constitución, incluso algunas empresas superaron los niveles obligatorios constitucionales. Las relaciones laborales locales fueron mejorando gracias a varios personajes que tuvieron en sus manos la justicia laboral, como Salvador Garza Salinas, Héctor S. Maldonado y otros, construyéndose una prolongada paz laboral que permitió avanzar mucho a nuestro estado en el contexto nacional e internacional.