Internacional

Australia abre la puerta a China para salvar el TPP

El gobierno australiano tendió este martes la mano a China, afirmando esperar que el Tratado de Asociación Transpací­fico (TPP) pueda salvarse pese a la retirada de Estados Unidos decidida por el presidente Donald Trump.

Considerado como un contrapeso a la creciente influencia de China, este tratado habí­a sido firmado en 2015 tras ásperas negociaciones entre 12 paí­ses de Asia-Pací­fico que representan un 40% de la economí­a mundial.

Pero, como ya habí­a anunciado durante su campaña electoral, Trump firmó el acta de retirada de Estados Unidos el lunes, solo tres dí­as después de su investidura.

Este martes, el primer ministro australiano, Malcolm Turnbull, explicó a los periodistas en Canberra que su gobierno mantiene "discusiones activas" con otras partes integrantes del TPP, como Japón, Nueva Zelanda o Singapur, para encontrar la forma de salvarlo.

"Es posible que con el tiempo cambie la polí­tica estadounidense sobre este tema, como ya ha ocurrido con otros acuerdos comerciales", agregó, señalando que Rex Tillerson, designado para convertirse en nuevo secretario de Estado, y numerosos republicanos son favorables al pacto.

"Es también posible que el TPP siga adelante sin Estados Unidos", declaró Turnbull. "Ciertamente, existe potencial para que China se una al TPP", agregó.

Firmado por 12 paí­ses de ambas orillas del océano Pací­fico (EEUU, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam), al tratado todaví­a no entró en aplicación.

El ministro australiano de Comercio, Steven Ciobo, afirmó que su paí­s, junto con Canadá, México y otros, habí­a estudiado la posibilidad de un "TPP de 12 menos uno" recientemente durante un encuentro en Davos.

"Habrí­a perspectivas para China si somos capaces de reformularlo (...) para paí­ses como Indonesia o China, e incluso otros que contemplarí­an una adhesión", declaró a la radiotelevisión Australian Broadcasting Corporation.

- Interés chino -

El primer ministro neozelandés, Bill English, señaló por su parte que, tras la decisión de Washington, Pekí­n "no tardó en ver una ocasión" para invitarse al TPP.

English aludió a la voluntad "de hacer un esfuerzo por ver en qué se puede convertir el TPP, en lugar de abandonarlo y esperar una llamada telefónica (de Washington) en relación a un eventual acuerdo bilateral", dijo a los periodistas en Wellington.

Trump anunció su intención de negociar acuerdos bilaterales más favorables para Washington, pero el primer ministro neozelandés se mostró escéptico sobre la posibilidad de tales acuerdos habida cuenta de la insistencia de Trump para imponer sus términos.

China, excluida del TPP, lanzó su propia iniciativa, la Asociación Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés), que reúne a los diez paí­ses miembros de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) y a sus socios comerciales regionales (China, Japón, Australia, India, Corea del Sur, Nueva Zelanda).

El RCEP también busca suprimir barreras tarifarias y no tarifarias, pero es mucho más laxo que el TPP sobre las normas regulatorias, en particular medioambientales y sociales.

Durante una comparecencia ante los medios de comunicación este martes, la portavoz del ministerio chino de Relaciones Exteriores, Hua Chunying, se mostró evasiva sobre una eventual participación de su paí­s en el TPP. Se limitó a afirmar que China respalda los acuerdos comerciales "abiertos, transparentes y en los que ganen todos".

En opinión del experto australiano Alan Oxley, expresidente del GATT -predecesor de la Organización Mundial del Comecio-, "a China le interesa ciertamente (implicarse en el TPP) a largo plazo (...) pero, dados los problemas de su economí­a, la posibilidad de que entre ahora es muy baja", dijo a la AFP.

Por su parte, analistas en Japón consideraron que el TPP no tiene sentido sin Estados Unidos.

"Japón considera que vale la pena mantener el marco del acuerdo hasta que Estados Unidos regrese posiblemente durante la próxima administración", afirma Yoko Takeda, economista jefe del Mitsubishi Research Institute.