Espectáculos

“The Wall”, de Pink Floyd: 40 años

Es la última gran ópera rock y su concepto surgió del deseo de la banda de aislarse del público, pero luego se convirtió en una declaración en contra de la alienación y la guerra. Roger Waters sigue manteniendo viva su obra maestra que, a cuatro décadas de su lanzamiento, sigue vigente

“Madre, ¿debo confiar en el Gobierno?/Madre, ¿ellos me pondrán en la línea de fuego?”, se pregunta Pink, el personaje central de The Wall, la obra más importante de Pink Floyd junto a Dark Side Of The Moon, y en muchos aspectos un alter ego del bajista y líder del grupo Roger Waters. El álbum conceptual, en parte ficticio y en parte autobiográfico, no sólo es una metáfora de la alienación, sino que constituye una crítica a la opresión en sus diferentes niveles, desde la familia hasta el Estado y, por sobre todo, se trata de un manifiesto antibélico, un recordatorio de todos los males que produce la guerra.

Pink es una estrella de rock abrumada por el éxito y los excesos. Toda su vida fue levantando un muro en su mente hasta quedar totalmente aislado de la realidad, encerrado en sus pensamientos, al borde de la locura. Cada ladrillo de esa pared es un hecho traumático: la muerte de su padre en la Segunda Guerra Mundial, los bombardeos alemanes en territorio británico, una madre opresiva y sobreprotectora, un maestro abusivo y pendenciero, una esposa infiel y una gran depresión. En su cabeza, carcomido por la culpa y el resentimiento, imagina que es un líder neonazi que, acompañado por un ejército de martillos, ataca a las minorías.

El concepto de The Wall fue el fruto del hartazgo que la banda estaba sufriendo a raíz de su popularidad. Sus shows eran cada vez más grandes y se sentían cada vez más alejados de la audiencia.

El hecho que disparó la idea del álbum doble ocurrió en julio de 1977 en Canadá, durante un concierto de la gira “In The Flesh”, título que luego tendrían dos canciones de The Wall que escenifican al personaje principal en plena performance. En ese tour Pink Floyd interpretaba en su totalidad los álbumes Wish You Were Here y Animals. Esa noche un sector del público estaba especialmente intenso y pedía canciones todo el tiempo. De pronto, un fan se acercó demasiado al escenario y Waters, en un ataque de ira, lo escupió. “La gente ya no importaba, sólo nos interesaba cuánto dinero recaudábamos. Me sumergí en una atmósfera de ego y avaricia. La conexión con el público se había ido, era insoportable estar sobre el escenario”, confesó años después a la revista Life And Style.

El episodio derivó en el deseo del bajista de construir un muro que los separara de la multitud, sueño que cumplió durante el breve tour de presentación de The Wall que quedó inmortalizado en el álbum Is There Anybody Out There? The Wall Live 1980–81. Esta gira, de tan sólo 31 shows repartidos en cuatro ciudades, tuvo una de las puestas en escena más ambiciosas de la historia del rock. Mientras la banda tocaba, una pared se iba levantando al pie del escenario para ser derribada al final del espectáculo.

Una parte fundamental de estos recitales eran las animaciones y los muñecos inflables gigantes de los personajes creados por el dibujante Gerald Scarfe, que también ilustran el arte de tapa de The Wall y le dan un mayor impacto a la película que dirigió Alan Parker en 1982, basada en la historia que describe el álbum.

En “Goodbye Blue Sky”, que recuerda los ataques aéreos que sufrió Inglaterra por parte de la Alemania nazi entre 1940 y 1941 (la llamada “guerra relámpago” o “Blitzkrieg”), mientras la canción se pregunta por la población atemorizada y las bombas que caen del cielo, una paloma de la paz es despedazada por el águila nazi que luego rasga con sus garras el terreno y deja un rastro de sangre. A continuación aparecen bombarderos en el cielo, personas con máscaras de gas buscando refugio y la bandera del Reino Unido se convierte en una cruz ensangrentada y los soldados caídos se vuelven cruces. La victoria de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial tuvo un costo muy alto, que es el de haber destruido a toda una generación de jóvenes. El interrogante que Pink Floyd deja en esta composición es si todo ese sacrificio valió la pena porque, es cierto, el nazismo fue vencido, pero la guerra y la opresión todavía existen en formas más sofisticadas.

Al igual que Pink, Waters perdió a su padre durante la Segunda Guerra Mundial en la batalla de Anzio, Italia. Le dedicó un tema titulado “When The Tigers Broke Free” que fue descartado del álbum, pero incluido en la película y lanzado como simple (en CD recién estaría disponible en los 2000 en el compilado Echoes y en la reedición de The Final Cut).

Su abuelo también cayó en combate en la Primera Guerra, por lo que los conflictos armados dejaron profundas secuelas en su vida personal que el músico trató, a modo de catarsis y de condena, tanto en The Wall como en The Final Cut, el siguiente disco de Pink Floyd.

Para comprender de manera acabada el mensaje antibélico de The Wall hay que escuchar The Final Cut, el último trabajo que el músico grabó en 1983 antes de abandonar la banda. Muchas de las canciones que lo integran pertenecen al mismo período de The Wall (“The Hero’s Return”, “Your Possible Pasts”, “One Of The Few”) y algunas estaban destinadas a la película. De hecho, el proyecto iba a funcionar como banda sonora del film de Alan Parker, pero, al desatarse la Guerra de Malvinas, Waters reescribió el concepto y convirtió el álbum en una declaración en contra de la guerra en la que califica a los gobernantes de traidores por faltar a la memoria de los caídos, héroes que sacrificaron su vida por un mundo más pacífico. Es el “sueño de posguerra” sobre el que gira esta obra conceptual. The Final Cut es prácticamente un trabajo solista, muy personal, con un aporte mínimo de sus ex compañeros.

El contenido político de The Wall no solo se limita a la guerra. El gran éxito del álbum, Another Brick In The Wall (Part 2) critica con una base de música disco al sistema educativo británico, excesivamente severo y cruel. En la película, Pink es ridiculizado por su maestro –que, a su vez, en su hogar es reprimido por su esposa-, al descubrir un poema que escribió en clase (una estrofa de “Money”, el clásico de Dark Side Of The Moon) y leerlo en voz alta a modo de burla frente a toda la clase. Acto seguido, el protagonista de The Wall imagina a los alumnos revelándose y destruyendo el colegio al grito de “No necesitamos educación, no necesitamos control mental”. La canción fue prohibida en Sudáfrica cuando se convirtió en un himno de los estudiantes que protestaban contra el apartheid en los establecimientos educativos.

¡Derriben el muro!

The Wall es considerada la última gran ópera rock. Vio la luz el 30 de noviembre de 1979, dos meses antes del inicio de una nueva década en la que el rock progresivo pasaría a la historia. Luego de las explosiones del punk y del disco a fines de los ’70, fue la música de sintetizadores y cajas de ritmos la que dominó el pop.

En el plano internacional, la Guerra Fría se había entibiado debido a la crisis en la que estaba la Unión Soviética, que derivó en una apertura política (Glasnost) y económica (Perestroika), y que alcanzó su clímax a fines de 1991 con su desmembramiento.

Ante el pedido de los fanáticos de volver a ver los impresionantes shows de The Wall, Roger Waters dijo que era imposible debido a su altísimo costo de producción y montaje. El tour había sido breve porque había ocasionado pérdidas. Sin embargo, había dejado una puerta abierta: solo lo haría de nuevo si desmantelaban el muro de Berlín “como una celebración de la liberación del espíritu humano”, había expresado.

Cuando finalmente cayó el muro el 9 noviembre de 1989, Waters decidió cumplir con su palabra y al año siguiente volvió a interpretar The Wall en su totalidad en uno de los terrenos que se encontraban entre ambos lados del muro, entre la Puerta de Brandeburgo y la Potsdamer Platz, dos de los puntos más emblemáticos de la ciudad. El ex líder de Pink Floyd convocó a artistas del Este comunista y el Oeste capitalista, como los alemanes Scorpions y Ute Lemper, The Band, Bryan Adams, Sinnead O’ Connor, Cyndi Lauper, Joni Mitchell, Van Morrison, la Orquesta Rundfunk de Berlín Oriental y la banda y el coro del Ejército Rojo, entre otros.

El show cerró con “The Tide Is Turning”, la canción final del álbum solista de Roger Waters Radio K.A.O.S. (1987), que critica el uso de la guerra como entretenimiento (“Quién es mejor/Quién es más fuerte…/El Este o el Oeste/Esa es la porquería que nuestros hijos están aprendiendo”), pero a su vez tiene un mensaje de esperanza. La Guerra Fría había terminado y, como bien reza el título del tema, la marea estaba cambiando. Por primera vez, luego de casi 30 años divididos, los habitantes de ambos lados de Berlín pudieron compartir juntos un espectáculo histórico.

El muro se vuelve a levantar

En 2010, sacando provecho de los avances tecnológicos, el antiguo bajista de Pink Floyd decidió recrear los míticos shows de The Wall en una gira mundial que duró tres años y que dejaron una película y un disco en vivo. Waters consideró que los conceptos que motivaron el álbum todavía estaban vigentes en el siglo XXI. “En estos años se me ocurrió que tal vez las historia de mis miedos y mi pérdida con su concurrente e inevitable residuo del ridículo, la vergüenza y el castigo sea una alegoría de mayores preocupaciones: el nacionalismo, el racismo, el sexismo, la religión, ¡lo que sea! Todas estas cuestiones e “ismos” son motivados por los mismos miedos que tuve en mi juventud”, explicaba en el programa del espectáculo.

Así, en la nueva versión del show las canciones tienen un mensaje político recargado. “Mother” ya no es la madre sobreprotectora sino el Gran Hermano que vigila, mientras que “Bring The Boys Back Home” ya no evoca a los soldados de la Segunda Guerra Mundial sino a todas las que siguieron después, en especial las de Irak y Afganistán. A “Another Brick In The Wall” Waters le sumó una pequeña balada sobre Jean Charles de Menezes, el inmigrante brasileño que fue asesinado por la policía británica, que lo confundió con uno de los terroristas sospechados de haber cometido el atentado en el subte de Londres en 2005.

De Menezes es otro ladrillo en la pared, al igual que los miles de inocentes que fueron víctimas del terrorismo y de los conflictos armados. Para recordarlos, Waters pidió a sus seguidores que subieran a sus redes sociales imágenes e historias de sus seres queridos abatidos para proyectarlas sobre la pared en medio del intervalo que separaba ambos sets del recital. Podrán ser ladrillos para los Estados y el establishment, pero no para sus afectos.

El concepto de la mencionada "Goodbye Blue Sky" también fue revisitado. Ya no remite al Blitzkrieg sino a las instituciones que provocan la guerra, como las religiones, el capitalismo, el comunismo y las grandes corporaciones.

En 2017 Waters editó su primer álbum con material nuevo en 25 años, Is This The Life We Really Want?, en el que vuelve a calificar la guerra como un negocio. Fue presentado en la gira “Us + Them” en la que, junto con temas de Pink Floyd de Animals, The Wall y The Final Cut su mensaje pacifista adquirió más fuerza. Para él, hoy existen dos muros que deben ser derribados, el que construyó Israel en el límite con Palestina y el que Trump está levantando en la frontera con México.

Roger Waters sostiene que los miedos que erigen paredes en nuestras cabezas son los mismos que llevan a la alienación y que motivan la construcción de grandes extensiones de cemento en las fronteras, kilómetros de hormigón que lo único que producen es desigualdad, pobreza y división. Pasaron muchas cosas en cuarenta años, pero de 1979 a hoy, todavía existen muchos ladrillos que aíslan a millones de personas. Mientras existan, The Wall siempre nos recordará que vale la pena luchar por derribarlos.