05/May/2024
Editoriales

El avance del socialismo

El 28 de julio de 2021 rindió su protesta Pedro Castillo como presidente del Perú, un líder magisterial instalado en la ideología de izquierda que derrotó a Keiko Fujimori.

Como el gobierno del Perú es de corte socialista, la derecha piensa que la hegemonía norteamericana analizará sus acciones y, de ser necesario, intervendrá para detenerlas. 

Sin embargo, eso ya no tiene el respaldo de la opinión pública mundial, y la prueba son las intentonas en Cuba, Venezuela y Bolivia.

El razonamiento simplista de que el Tío Sam todo lo resuelve con armas viene de cuatro décadas después del final de la Segunda Guerra Mundial -en los años ochenta- que el gobierno socialista de Polonia ciertamente fue derrotado, pero no por Estados Unidos, sino por la Iglesia Católica. 

Sucedió que el cardenal polaco Karol Józef WojtyÅ‚a, electo papa Católico como Juan Pablo II, anunció en 1979 un viaje a su tierra que era parte del bloque socialista. 

Ante ello, el gobierno socialista (y ateo) de Polonia prohibió la participación de la gente en la visita papal, pero de todas formas el pueblo polaco salió en masa a saludar al Pontífice Romano. 

Esto inició un proceso de desestabilización política, culminando en 1990 que el líder Lech Valesa fue electo presidente de Polonia. 

Y desde que el papa Juan Pablo II fue aclamado por el pueblo en 1979, no sólo los polacos, sino todos los pueblos comunistas se dieron cuenta que podían salir a protestar, y los gobiernos socialistas no podían impedirlo. 

Esto inició el natural deterioro económico que siempre sucede al político, y para 1991 el bloque socialista cayó, desapareciendo la URSS, quedando una monopolaridad a cargo del capitalismo norteamericano que venía fortaleciéndose luego del Plan Marshall que financió la reconstrucción de Europa entre 1945 y 1953.

Pero el capitalismo salvaje de Estados Unidos terminó desilusionando a los pobres y ahora, aunque sigue siendo una gran potencia económica y militar, el crecimiento de China y la recuperación de Rusia acotan su influencia política.

Así que para derrotar a la izquierda sudamericana -si ese fuera el objetivo- se requiere el apoyo de la población y de alguna entidad con autoridad moral, como fue el caso de Polonia. 

Hagamos votos porque las decisiones políticas sean tomadas por los ciudadanos de cada nación, pues no sólo la salud afecta al mundo; la política y la religión siguen siendo grandes elementos de paz.