28/Apr/2024
Editoriales

Necesitamos un gobierno equilibrado

Decía el político, militar y pensador inglés Winston Churchill, que la democracia es el peor de los sistemas de gobierno, a excepción de todos los demás.

Y entre los sistemas democráticos, el presidencialista es el preferido en buena parte del mundo.

La base que sustenta la eficacia del sistema presidencialista es la separación de poderes, pues el presidente tiene a su cargo el poder ejecutivo -el más poderoso-, mientras que el legislativo se gobierna por reglas democráticas que le dan soberanía en sus funciones.

El otro poder es el judicial que ejerce su soberanía conforme al marco legal constitucional, y entre sus funciones tiene la de dirimir los diferendos entre los otros dos poderes.

Sin embargo, en la Realpolitik, las naciones con sistema de gobierno presidencialista siempre corren el riesgo de que se instale en el poder por la vía democrática, un político despótico y gobierne con el sistema democrático que le permitió acceder al poder, y que una vez en él, desmantele o corrompa las instituciones que lo rigen. 

Esta desviación se ha presentado en varias ocasiones a lo largo de la historia, por lo que tratando de evitarlo se han creado sistemas y órganos de equilibrio del poder presidencial que, de suyo es poderoso, y más si logra sumar uno o los dos dos ‘poderes ajenos’ todo se convierte en un sistema dictatorial de facto. 

Ya desde 1748, el francés Montesquieu defendió la separación de los poderes en su obra El Espíritu de las Leyes, que sigue estando vigente en muchas partes. 

En 1788 el estadounidense James Madison defendió los mecanismos de equilibrio entre los poderes en The Federalist Papers, y posteriormente en 1885, su paisano presidente Woodrow Wilson paradójicamente atacó al sistema presidencialista en su Gobierno Congresional.

Es paradójico porque Estados Unidos fue el primer país que implantó un sistema presidencialista con la originalidad de un proceso electoral indirecto. 

Se han presentado algunos casos que el presidente no llega al poder con la mayoría de los votos populares, y si además tiene en su favor a la mayoría de los representantes populares en el Congreso, se corre el riesgo de presentarse un esquema presidencialista - dictatorial. 

En países como el nuestro desde luego que también ha sucedido que el Ejecutivo sume a su favor uno o dos de los otros poderes, y esperemos que en las próximas elecciones de junio haya un resultado que equilibre sanamente al sistema presidencialista, pues ya no son tiempos de que toda una nación dependa de la voluntad de un solo individuo, pues ser gobernado despóticamente siempre aparecen problemas de evidente insensatez.