19/Apr/2024
Editoriales

Mayo 23 de 1844: anuncia Benjamín E. Green, encargado de negocios de Estados Unidos en México, a José María Bocanegra, ministro de Relaciones por designación del presidente interino Valentín Canalizo, que su país ha firmado el tratado para la anexión de Texas

 

Mayo 23 de 1844: anuncia Benjamín E. Green, encargado de negocios de Estados Unidos en México, a José María Bocanegra, ministro de Relaciones por designación del presidente interino Valentín Canalizo, que su país ha firmado el tratado para la anexión de Texas. Como era de esperar, el ministro Bocanegra le responde a Green una semana después que México no renunciará a sus derechos sobre Texas, en aras de sostener la integridad de la nación. Esta noticia no caía de sorpresa en nuestro país, puesto que, desde el 30 de marzo anterior, se sabía en México que el presidente norteamericano John Tyler había propuesto la anexión de Texas a la Unión Americana.

  Las dos naciones estaban en proceso de renovación de sus Ejecutivos: López de Santa Anna ya era presidente electo, mientras que en Estados Unidos, el aspirante James Polk –candidato demócrata a la presidencia-, aprovechaba los temas del expansionismo norteamericano para adecuarlos como “Reanexión de Texas” y “reocupación de Oregon”, presuponiendo que originalmente esos territorios habían sido norteamericanos y apropiados ilegalmente por México, cuando la realidad era al revés.

 Esta campaña de Polk le rinde frutos pues estados completos de la unión norteamericana se sumaron a su proyecto de quedarse con los territorios nórdicos mexicanos, algo que concretaría en 1848, con la invasión a nuestra nación. Santa Anna rinde protesta como presidente el 4 de junio siguiente nombrando ministro de guerra a Isidro Reyes en sustitución de José María Tornel, y nuestro paisano Canalizo es designado jefe de la plana mayor del ejército. Así estaba organizado el ejército mexicano que dos años después enfrentaría al trabuco militar norteamericano en la mencionada invasión para cumplir promesas de campaña de Polk y el designio divino del “Destino Manifiesto” de Estados Unidos para expandirse de costa a costa.