Editoriales

¿Racismo, Xenofobia o admiración?

La palabra xenofobia viene del griego xénos que significa extranjero, y phóbos que es miedo. Su uso actual más común es decir xenófobo a quien le tiene fobia a las razas o etnias diferentes a la propia y que desconoce su cultura.

Suele confundirse con el racismo, que es la supuesta superioridad de alguna raza humana sobre otra. Así vemos ejemplos de hombres poderosos que se denominan racistas cuando en realidad son xenófobos, pues le temen a quienes no son como ellos. Adolfo Hiler es el típico racista que desde la cárcel dictó su libro Mi Lucha, en la que postula: todas las grandes culturas del pasado han sucumbido sólo porque la raza originalmente creativa murió por causa del envenenamiento de la sangre.

Hay muchos casos más, como por ejemplo, Benito Mussolini (quien se llamaba Benito por la admiración que su padre sentía por el zapoteco Benito Juárez), quien dijo en el Manifiesto de la raza: los caraceres físicos y psicológicos puramente europeos de los itallianos no deben ser alterados de ninguna manera. Ya es tiempo de que los italianos se declaren racistas.

Hoy día existen personajes públicos con tendencias racistas, por ejemplo, un magnate inmobiliario dio instrucciones de marcar con la letra C a los solicitantes de empleo de color negro, y a sus agentes de ventas le dijo que quería rentar sus inmuebes sólo a judíos y ejecutivos.

Y ese personaje es ahora el presidente norteamericano que me da la impresión que no es racista sino xenófobo de nuestros paisanos, pues como que le teme a los mexicanos, que aprovecharon el TLC para voltear –con productividad- la balanza comercial de México y EUA resultando ahora favorable al vecino del sur. O la otra es que no los odie, que en realidad les tema y los admire. Y eso explica su obcecación por construir un muro, para que los mexicanos que están de aquel lado, ya no se regresen y pierdan identidad con su país de origen. Se me hace que no es xenófobo anti México, sino más bien un mexicófilo que le da pena reconocerlo.