03/May/2024
Editoriales

Un viaje singular

Soy, como muchos de ustedes, un apasionado de los viajes. He podido hacer viajes cortos, largos, de trabajo, de diversión, de estudios y algunos nomás para desestresarme.

Sin embargo, no me dejarán mentir, es difícil decidir cuándo hacer un viaje al interior de nosotros mismos, y hasta dónde llegar. 

Viajar hacia uno mismo es difícil, tardado y sinuoso, pues nos resistimos a atracar en el puerto más lejano, que es lo más íntimo de nuestro inconsciente. 

Antes de viajar al interior de nosotros mismos debemos prepararnos no con atuendos especiales ni reservaciones de transportación ni de alojamiento. 

Sólo debemos confesar con toda sinceridad quiénes somos en realidad, un secreto que a nadie, ni a nosotros mismos confiamos.

No vale responder con lugares comunes que nos califiquen desde su definición, como: soy un buen hijo, un buen padre, un buen mexicano, o soy un típico regiomontano.

Mucho menos repetir nuestra profesión, o nuestra religión. No.

Para saber quiénes somos debemos definir cuáles son nuestros sueños y cuáles nuestros objetivos de vida. 

Cuando lo hagamos, habremos avanzado en la definición de nuestra identidad.

Y una vez adentrados en nosotros mismos, preguntémonos: ¿Cuál es realmente la aportación que le dejaré a la humanidad? ¿Quiero que me recuerden? ¿Qué quiero que se diga de mí cuando haya partido? 

¿Eso realmente me interesa?  

Sabiendo quiénes somos, ya podremos deducir a dónde queremos llegar. 

Y ese sí será un viaje productivo, aunque incómodo.