27/Apr/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

 

Abril 20 de 1848: Salen las tropas invasoras norteamericanas de nuestro país, dejando tras de sí muchos crímenes de guerra, abusos durante la ocupación y una nación mutilada sin sus territorios nórdicos -más de la mitad de nuestra extensión geográfica-. Dejaron a México en ruinas con una economía disfuncional y la autoestima devaluada. El dramático resultado de esa cruel invasión fue que los mexicanos nos dividimos más aún, y que los estadounidenses regresaron cuantas veces quisieron sin importarles violentar los tratados internacionales. Acaso el único orgullo que nos queda es que algún rasguñito les hicimos, pues a pesar de las divisiones y pleitos internos, y de lo desigual del armamento y el oficio militar entrambos ejércitos, el mexicano causó algunas bajas al orgulloso ejército norteamericano.

En el libro México, una breve historia, su autora Alicia Hernández Chávez asegura que Estados Unidos perdió 200 hombres del general Scott a causa de los enfrentamientos con Mariano Arista en la Resistencia del Norte. En la Batalla de Monterrey, cayeron 400 de sus hombres; en Tampico, Santa Anna les mató a mil soldados. Y en la Capital del país los yanquis perdieron a mil 104 combatientes. Es claro que México perdió mucha más gente, calculándose que fueron casi nueve mil los caídos en esa invasión. La lección recibida fue muy cara y dolorosa: no debemos dividirnos so pena de las grandes potencias le echen el ojo de nuevo a nuestros valores. Exijamos al gobierno en sus tres niveles que busque la forma de unirnos a todos, no que nos divida clasificándonos por supuestas filiaciones ideológicas. Y nosotros los ciudadanos debemos hacer las paces perdonando los insultos recibidos, viendo a nuestros compatriotas como los únicos amigos que tenemos, pues el cielo está lleno de negros y peligrosos nubarrones que amenazan la salud y la paz mundiales. En menos de un mes hemos vivido una consulta nacional innecesaria de revocación de mandato que sólo acrecentó el divisionismo porque ni siquiera fue vinculante, y una intentona de aprobar una ley eléctrica que pudo ser el detonante para romper con los insustituibles inversionistas extranjeros. Urge que el gobierno y la iniciativa privada -en todos sus niveles- hagan las paces para iniciar una nueva etapa nacional que fortalezca la economía, erradique la violencia extrema que padecemos, y potencie los proyectos sociales que involucran a todos sin distingos socio económicos.