03/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Julio 20 de 1868: muere en el antiguo Hospital González de Monterrey, a los 37 años de edad, el coronel republicano Ruperto Martínez Lozano (Ruperto Martínez Montemayor). Nació el 16 de mayo de 1831, en la Hacienda de Santa Teres de las Higueras, en el hogar de Dionisio Martínez y Juliana Lozano (Montemayor). Siendo apenas un niño quedó huérfano cuando su padre enfrentaba a un grupo de comanches en “Derramadero”, inmediato a Higueras. A los doce años de edad ya era jefe de familia, y tanto él como su madre y hermanos Evaristo, Silverio, Félix, Margarito y José Encarnación, sobrevivieron gracias a la solidaridad de sus vecinos. Trabajó desde muy joven como caballerango y llegó a ser el administrador de las propiedades de Santiago Vidaurri en la Mesa de Cartujanos, municipio de Lampazos. A los 25 años ya era soldado vidaurrista apoyando a su jefe por toda una década en sus luchas para controlar Nuevo León y todo el noreste mexicano. Sin embargo, cuando vio que Vidaurri se deslindaba de la República para apoyar a los franceses, le pidió permiso de regresarse a su pueblo, con su familia. Pero el caudillo no quiso y lo declaró desleal, ordenando al coronel Julián Quiroga que le castigara, así que éste, formó una columna con cien hombres y mandó a aprehenderlo. Al saberlo, el comandante Martínez se emboscó en la Loma de los Cerritos, con 30 hombres valientes que lo siguieron, y en menos que canta un gallo detuvo a los que iban a detenerlo. Así se inscribió militarmente en las tropas de la República, y el régimen de Benito Juárez. El 7 de febrero de 1865, Ruperto Martínez se puso a las órdenes de Mariano Escobedo, y cuando el ministro de guerra y general Negrete se posesionó de Monterrey el 12 de abril, encontró que la plaza estaba en manos de Martínez, quien la había capturado cuando escapaban al puerto del H. Matamoros los imperialistas López y Olvera. Fundó en ese mismo año 1865 el cuerpo militar llamado Los Rifleros de Nuevo León, con 300 hombres a su cargo. A partir de ese momento, Ruperto Martínez se convirtió en el audaz teniente coronel de caballería que increíblemente se apoderó de Real de Catorce, SLP, y Dr. Arroyo, NL; luego amagó Cerralvo combatiendo a los franceses Saussier y Tucé en Charco Redondo -hoy Melchor Ocampo- y la Villa de Guadalupe, para que Escobedo triunfara en la histórica Batalla de Santa Gertrudis, pues los mencionados militares franceses no llegaron a tiempo a reforzar a los invasores. Por esa actuación fue nombrado Jefe de la Extrema Vanguardia del Cuerpo del Ejército del Norte, apoderándose de Monterrey, el 26 de julio; de Saltillo, el 5 de agosto; de Matamoros, el 30 de noviembre y trascendió a la historia de México participando en forma activísima en las victorias de San Jacinto y Querétaro (fue el responsable de la Línea del Norte), que terminó con los fusilamientos de Maximiliano de Habsburgo, y los generales conservadores Miramón y Mejía, el 19 de julio de 1867. De vuelta en Higueras, con su esposa Abrahana Treviño y sus hijos José H., Porfiria, Filomena, Jesús María, Ignacio, y Francisca, de pronto enfermó y rápidamente murió en Monterrey. Por si fuera poco el triste final de Ruperto Martínez, en el proceso de reubicación del panteón municipal número 3, desapareció su tumba. En su memoria, una de las más transitadas calles del centro de Monterrey, lleva su nombre, y en su natal Higueras, es toda una leyenda.