04/May/2024
Editoriales

El carromato

Con la medida sanitaria de ‘sana distancia’ nadie queremos viajar en transporte público y si antes no nos bajábamos del automóvil, ahora estamos peor que nunca. 

Nuestra dependencia del auto es creciente, pero su gran ventaja de ser una burbuja protectora contra el contagio pandémico se pierde si no se utiliza en forma unipersonal.

La protección de ventanas cerradas funciona para que no entre el virus mientras vemos a través de los vidrios automotrices, pero si son varias personas viajando al mismo tiempo, la ventaja se revierte y las posibilidades de contagio se potencian en el probable caso de que alguien sea portador, pues no hay libre circulación del aire, acumulándose volúmenes mayores de dióxido de carbono contaminado.

Viajar solos en nuestros automóviles siempre ha sido censurado por las políticas de promoción del transporte público -sin necesidad de argumentación-, pues el espacio que ocupan en las calles y en los estacionamientos evidencia un desperdicio vial.

Esto además de la contaminación que genera la quema de combustible -los autos eléctricos están fuera del alcance de un 95% de la población-.

Y ya ni para qué seguir comentando el calentamiento de motores, desgaste de llantas, más las posibilidades de participar en un accidente automovilístico...  

Esta contingencia sanitaria nos arrebató algunos principios que eran aspiraciones sociales -aunque de pronto el término aspiracionista se convirtió en tóxico-, al regresarnos a conductas que apenas habíamos desechado, como es el egoísmo.

Hoy pensamos como hace décadas no lo hacíamos: ‘mi familia y yo es lo único importante’. 

En números gruesos el área metropolitana tiene dos millones y medio de automóviles, que es una cantidad parecida a la de Jalisco, pero aquí todo está mucho más concentrado, lo que significa una mayor densidad de autos por hectárea de tierra urbana. 

El problema del transporte entre los que no tienen un auto privado es mucho peor.   

Pero el significado del término ‘carromato’ ya no es sólo ‘carruaje demasiado grande, incómodo y desvencijado’, como dice el diccionario, sino más literal: carro-mato.