Según la leyenda, la actriz estadounidense Jayne Mansfield (1933- 1967) murió en un accidente automovilístico. El detalle escabroso es que fue por decapitación, pues el vidrio delantero del automóvil sirvió tan sólo para degollarla.
De inmediato corrió la especie de que se trataba de un asunto satánico, pues ella pertenecía a la iglesia de satán, que dirigía el charlatán norteamericano Anton Szandor LaVey, quien se hacía llamar el papa negro.
Se dice que Mansfield había pedido a LaVey que impusiera un hechizo a su novio Sam Brody del que ella quería librarse. Y que la maldición surtió efecto, pues Brody se mató al estrellar su auto contra un tractor por detrás en una autopista de Mississipi. Pero junto a él viajaban el chofer, la propia Jayne Mansfield y varios hijos de ella. Murieron sólo los adultos.