Internacional

La violencia se dispara en Rangún y Facebook cierra las cuentas vinculadas al ejército birmano

La ira de la población contra los generales que llevaron a cabo el golpe de Estado el 1 de febrero es palpable y centenares de miles de ciudadanos salen casi cada día a las calles para reclamar la liberación de Aung San Suu Kyi, exjefa de hecho del gobierno civil, y la restauración de la democracia.

El jueves, cientos de partidarios de los militares desfilaron por el centro de la ciudad más grande del país con pancartas que rezaban “Apoyamos a nuestras fuerzas de defensa”.

Las autoridades les dieron acceso a la emblemática pagoda Sule, un lugar clave que en los últimos días estuvo cerrado con barricadas para impedir que los manifestantes prodemocracia se reuniesen allí.

Vecinos de la zona comenzaron a golpear cacerolas y ollas, una acción que se ha convertido en símbolo de la resistencia al golpe de Estado, para protestar contra la manifestación promilitar.

Al mediodía estallaron enfrentamientos en las afueras de la estación central de trenes de Rangún.

Partidarios pro-militares -algunos de ellos armados con caños, cuchillos o tirachinas- atacaron a los habitantes que los abucheaban.

“Nos apuntaron con tirachinas desde un automóvil […] una decena de personas fueron heridas en la cabeza”, contó a la AFP Aung Zin Lin, de 38 años, que vive cerca de allí.

“Son unos brutos”

Superando en número a los militantes a favor de la junta militar, los habitantes respondieron y detuvieron a algunos de ellos que estaban equipados con porras, navajas y tirachinas, dijo.

Cuando llegó la policía, mujeres y niños se tomaron de la mano formando un escudo humano, por temor a que las fuerzas de seguridad intentasen detener a habitantes del barrio.

Pero, tras un momento de tensión, la policía expulsó a los atacantes.

“Creo que [los partidarios del ejército] tienen derecho a protestar pero no deberían haber usado armas”, declaró a la AFP Zaw Oo, al que hirieron en las costillas. “Son unos brutos”, agregó.

Unas imágenes grabadas por cámaras de seguridad, difundidas por las redes sociales, mostraban a un hombre armado con un cuchillo persiguiendo a otros habitantes por el centro de la ciudad.

Al paso de la marcha de los pro-junta, algunos habitantes agitaban billetes, acusándolos de haber aceptado dinero del ejército para manifestarse.

En otro lugar de la ciudad, en el campus de la Universidad de Rangún, estudiantes desfilaron de manera pacífica enarbolando banderas rojas de la Liga Nacional para la Democracia, el partido de Aung San Suu Kyi.

Aung San Suu Kyi, de 75 años y premiada con el Nobel de la Paz, en arresto domiciliario desde el golpe.

También se manifestaron trabajadores del sector sanitario, iniciadores de la “Revolución de las batas blancas”, que forma parte del amplio movimiento de desobediencia civil.

Sanciones

Por otro lado, Facebook anunció este jueves que cerró todas las cuentas que quedaban abiertas vinculadas con el ejército birmano, a raíz de la utilización por parte de la junta militar de una “mortífera violencia” contra los manifestantes prodemocracia.

Los acontecimientos luego del golpe de Estado del 1º de febrero, incluyendo la mortífera violencia, precipitaron la necesidad de esta prohibición”, explicó Facebook en un comunicado.

El número de las muertes desde el golpe de Estado llegó a cinco el miércoles y ya son 720 los detenidos desde el golpe, según un asociación de ayuda a los presos políticos, incluyendo un economista australiano, Sean Turnell, asesor de Aung San Suu Kyi.

Su esposa envío una carta, a la que tuvo acceso la AFP, a la esposa del jefe del ejército, Min Aung Hlaing, pidiéndole que interceda para que liberen a su marido.

El Reino Unido anunció sanciones contra seis responsables de la junta, incluyendo a Ming Aung Hlaing, que no podrán entrar en territorio británico ni hacer negocios con empresas británicas.

Además, el Banco Mundial anunció el jueves que suspendió todas sus ayudas a Birmania, que en 2020 ascendieron a unos 900 millones de dólares.