En la España del siglo XVII, mientras algunos españoles estaban aquí en el Nuevo Reino de León educando y evangelizando con dulces palabras a los indígenas que atrapaban, los ladrones peninsulares recibían los siguientes nombres, según su especialidad delictiva:
. Grumete, era el ladrón que utilizaba una escalera para acceder a las viviendas.
.Apóstol, era un ladrón especializado en ganzúas.
.Devoto, era el ladrón que sustraía cepillos en las iglesias.
.Capeador, era el ladrón que robaba capas de vestir en la vía pública.
.Jácaro o jaque, era el matón o asesino a sueldo, de los que hoy llamamos en esta parte del mundo, sicarios.
Desde luego que todas las naciones tienen de todo, pero entre los europeos novohispánicos se colaron algunos avariciosos que negociaban con los naturales que caían en sus garras.