03/May/2024
Editoriales

Antonio Carbajal

Pensé mucho en escribir algunas líneas sobre la Tota Carbajal, como cariñosamente se le conocía, pero las veces que lo traté, su don de gentes y lo que representó para el fútbol mexicano, me obligan a dar a conocer algunos pasajes y anécdotas de su vida en el fútbol que marcaron una época.

 Lo conocí por mi entrañable amigo Jorge Romo, jugador mundialista de Suiza 54 y Suecia 58 y quien fuera gerente de la Rama de la Primera División y Vicepresidente del Necaxa con quien me tocó vivir múltiples aventuras en mi paso por la Federación Mexicana de Fútbol. Cariñosamente Carbajal le decía “el litigas” ya que Jorge estudió abogado y por los años de convivir en la selección, se veían como hermanos. Por el mismo Carbajal, supe que él mismo desanimó a José Alfredo Jiménez , suplente suyo en el Marte, que se dedicará a componer y cantar ya que llegaba a los entrenamientos digamos que desvelado.

  Nació en el Distrito Federal el 7 de junio de 1929  y debutó en el fútbol profesional en 1948 en el Real España, pasó por el León y fue entrenador de Unión de Curtidores. Pero sus mejores años los vivió con el Morelia, que es el motivo de mis comentarios porque fue donde más lo traté. 

  En la temporada 84-85 llegó al Morelia a salvarlos del descenso, lo que consiguió ganándose la confianza del dueño del equipo Nicandro Ortiz, personaje  muy especial ya que empezó vendiendo fruta en el mercado y terminó llamado el “zar del plástico” en México, lo que le permitió comprar al Morelia y dejar que su secretaria, también todo un personaje, que manejara al equipo,  su nombre, Glafira Rodríguez, cualquier asunto administrativo y pago de jugadores, ella era la responsable. Si no había respuesta, con Carbajal. Ellos manejaban al equipo.

  Al llegar a salvar al equipo y pedir refuerzos, descubre que no había jugadores nacidos en Michoacán,  y toca que Tigres tenía a su portero Olaff Heredia nacido allá, le pide a Nicandro Ortiz mover todo lo que estuviera a su alcance para hacerse de nuestro portero. Llegaba a gobernar Luís Martinez Villicaña, compadre del delegado del PRI en Michoacán en ese estado Don Graciano Bortoni Urteaga, un caballero en toda la extensión de la palabra, que hizo las gestiones para que la operación se llevara a cabo con el consabido estira y afloja. A raíz de esa operación llegué a conocer y estimar a Don Graciano, quien luego me invitaría en su avión a Morelia para asesorar al Gobernador a construir el Estadio Morelos. Aquí surge la anécdota, a mis preguntas de la capacidad, número de palcos y tribunas y aconsejarle que pidiera donativos con carta para la deducibilidad de impuestos, me contestó que ya tenía vendidos todos los palcos y parte de las tribunas y presentaría espectáculos mundiales como el “Holiday on Ice” en ese tiempo de moda, caravanas de artistas y muchos espectáculos a lo que le pregunté “ y quién va a pagar esos espectáculos si usted tiene ya vendido todo el estadio” y recuerdo a Don Graciano soltando la carcajada y diciéndole “ te digo compadre, te tuve que traer de Monterrey a uno que sabe”.

 Volviendo a Carbajal, Nicandro no me pagaba el total de la venta de Olaff y no me contestaba el teléfono. Un día que vino el Morelia a jugar a Monterrey, busque a Don Antonio y le planteo el problema, tomó el teléfono y le llamó a Glafira para decirle que el siguiente lunes debía pagar el resto de la operación, lo que cumplió cabalmente. Cuando me lo encontraba, me recordaba ese pasaje.

  Sin duda un personaje vital en el fútbol mexicano, ya es una leyenda y se escribirá mucho más de quien representó a México en 5 mundiales, esta es sólo una parte que me tocó vivir con el “5 Copas”.