03/May/2024
Editoriales

¿Qué crees que pasó?

Mayo 5 de 1862: se celebra en Puebla, la Gran Batalla. Las tropas francesas, dirigidas por el conde de Lorencez, contra el ejército nacional, dirigido por el general regiomontano Ignacio Zaragoza, celebraron una desigual batalla, tal vez la gesta militar más importante en la primera parte de la segunda intervención francesa, pues el orgulloso ejército de Napoleón III, era considerado el mejor del mundo, y fue derrotado por los mexicanos. La estrategia de Zaragoza fue impecable, y es un orgullo que se haya formado en el Ejército Liberal de Nuevo León. 

Tres naciones decidieron invadir México para cobrar la deuda contraída con ellas: España, Inglaterra y Francia; aunque en el fondo las tres tenían otro interés: España quería recuperar México; Inglaterra extender su imperio en América al haber perdido las trece colonias que se le habían independizado y convertido en Estados Unidos; y Francia, quería abrir nuevos mercados cercanos precisamente a Estados Unidos. 

Juárez propuso el acuerdo ‘Tratados de la Soledad’, aceptado por España e Inglaterra que retiraron sus tropas, pero Francia, al contrario, inició una invasión. Juárez convocó a todos los mexicanos a defender la patria y conformó un Ejército de 4 mil 800 hombres. 

Zaragoza, inteligente militar que había nacido en Bahía del Espíritu Santo, del estado de Coahuila y Texas, y que vivió y se casó en Monterrey, fue nombrado el 15 de enero de 1862, jefe del Ejército de Oriente, esperando en Puebla el primer zarpazo de la fiera francesa que se encaminaba a la Ciudad de México. 

El 5 de mayo de 1862, Lorencez ordenó atacar los fuertes de Loreto y Guadalupe, siendo rechazado una y otra vez con grandes pérdidas humanas, y ante el fracaso hubo de ordenar la retirada, con una indignante (para Napoleón III) persecución de la caballería mexicana. 

El general Ignacio Zaragoza envió un telegrama al presidente Juárez como parte de guerra iniciando con una frase que se hizo famosa: “Las armas nacionales se han cubierto de gloria”. Desafortunadamente, en septiembre de ese mismo 1862, Zaragoza enfermó de fiebre tifoidea y murió a los 33 años de edad. 

No alcanzó a ver cómo otro nuevoleonés, Mariano Escobedo, de nuevo derrotaría a los invasores en la Batalla de Santa Gertrudis y luego el 15 de mayo de 1867, en Querétaro, al mismísimo emperador Maximiliano quien le entregó -sin tener el apoyo documental de este hecho- su espada en señal de rendición. Esta victoria militar no es suficientemente festejada en México, tal parece que nos gusta recordar más nuestras derrotas que nuestros triunfos.