07/May/2024
Editoriales

Epidemias en el Monterrey Antiguo, tercera parte. De 1712 a la gran Viruela de 1798

Ya para el siglo XVIII la fisonomía de Monterrey era de una ciudad, no de un caserío como originalmente lo fue. Su población se había multiplicado e incrementado su capacidad de hospedaje a los viajeros entre el norte y el centro del virreinato, además su crecimiento incluía las actividades agrícola y ganadera.

 

La Ciudad había incrementado su población de 3 mil a 10 mil habitantes, aunque aún era mayoritariamente rural. En el año 1800 de los 10 mil habitantes, unos 4 mil vivían en el casco de la Ciudad y los otros 6 mil se repartían en pequeños poblados como como San Francisco (Apodaca), hacienda los Tijerina, San Bernabé, las Labores Nuevas (por donde hoy está la colonia Madero) y otra decena de pequeñas poblaciones que incluían Guadalupe y San Pedro.

 

Pero la Ciudad fue desarrollando un problema de hacinamiento, a pesar de que a los fundadores originales se les había ‘rayado’ un solar cuadrado de cien varas por lado, espacio suficiente para la casa, el corral y una huerta. A los primeros migrantes se les dio el mismo trato con nuevos solares pero, por alguna razón, los hijos de los propietarios de los solares no pedían nuevas tierras al ayuntamiento y, al formar su familia construían su vivienda en el mismo solar y llegaban a vivir dos o tres generaciones, provocándose el hacinamiento.

 

Se seca el Río Santa Catarina

Entre 1750 y 1765 se presentó un fenómeno geológico en la Ciudad: una fractura en la capa confín que separaba el acuífero superficial del acuífero subterráneo, generó que las aguas dejaran de fluir por la superficie y se integraron al acuífero subterráneo. Existen dos versiones históricas, con diferentes fechas:

 

Expresa Herrera y Leyva que después de la inundación ocurrida en el año de 1750, (el Río Santa Catarina) comenzó a correr subterráneamente “un cuarto de legua antes de llegar a la ciudad” y luego añade “ tiene mucha sacas de agua con que se riegan varias haciendas y otros laboríos a dos leguas vuelve a salir; se junta con el de Ramos en Sabinos Altos…”

 

Y la segunda versión: 

 

En 1765 sucedió un fenómeno natural que alteraría la vida de la metropolitana ciudad para siempre,  aparentemente una fractura en las rocas que formaban el fondo del río a la altura del poblado conocido como Los Morteros provocó  que el Río Santa Catarina se volviera subterráneo. La desaparición del río de inmediato tuvo efectos sobre la población que debió exclusivamente depender de las aguas que emanaban de los ojos de agua que abundaban al norte de la ciudad y al ponente, que eran los de Santa Lucía, Ojos de Peña y los JagÅ«eyes.”

 

Esto redujo el líquido que manaba de los Ojos de Agua de la Ciudad (bajos del Congreso) en donde había un pequeño espejo de agua -entre charco y Laguna-, que se derramaba al Río Santa Lucía (Juan Ignacio Ramón). El escurrimiento del Ojo de Agua de Santa Lucía (El Obelisco) era el principal surtidor del Río Santa Lucía, y el Ojo de Agua del Roble -que corría por 15 de Mayo- también derramaba al Santa Lucía. Finalmente el Río Santa Lucía se unía al Santa Catarina a la altura del hoy Parque Fundidora.

 

Como la Ciudad se reducía de más o menos la calle Juárez a Francisco Naranjo, de poniente a oriente; y del Río Santa Catarina a la actual Calle Washington de Sur a norte, el caudal del Río Santa Lucía se distribuía por una red de acequias, que eran útiles para todo.

 

La falta de infraestructura y de una cultura del agua, propiciaban insalubridad 

Pero las acequias servían cada vez a más gente que desperdiciaba el agua usándola no sólo para beber y cocinar, sino para los animales y lavado de trastes y ropa. Como las calles eran de terracería y sin banquetas, cuando llovía la Ciudad parecía un chiquero, con mosquitos que transmitían dengue, fiebre amarilla y “vómito”. 

 

En tiempos de estiaje, los flujos del agua se reducían, y como los desechos animales y humanos no se desalojaban con rapidez, el vital líquido se contaminaba. Además de las letrinas cuyos escurrimientos finalmente alcanzaban las aguas subterráneas que abastecían las norias, por lo que eran constantes las enfermedades gastrointestinales  -entre ellas el cólera-, que representaban la principal causa de muerte.

 

Monterrey, Ciudad insalubre

La Ciudad era un amasijo de enfermedades gastrointestinales, cólera y fiebres paladinas como la fiebre amarilla y el dengue. La enfermedad y la muerte eran una constante en Monterrey, mientras el resto del Nuevo Reino de León era un poco más saludable, especialmente el sur, que es vecino o forma parte del altiplano central.

 

Además de estos males también había tosferina, sarampión, poliomielitis, influenzas, infecciones y contra ninguna de esas enfermedades había prevención, ni curación, sólo podían paliarse sus efectos para evitar llegar a una muerte dolorosa.

 

Tras ese periodo de constantes enfermedades, propias de la deficiente infraestructura de la Ciudad, el 26 de abril de 1797 el gobernador Simón de Herrera y Leyva, recibió una misiva que mencionaba que las provincias de Oaxaca y Guatemala eran afectadas por una epidemia de Viruela.

 

Los primeros casos de esa epidemia se presentaron en el Pacífico Centroamericano, desde Ecuador hasta Oaxaca y, aunque la distancia le daba seguridad al gobierno provincial y a la población, hubo preocupación. En la actualidad hay tesis que consideran que se trataba de una cepa de viruela autóctona de América.

 

Lo cierto es que en enero de 1798 la viruela ya había llegado a Guanajuato, Querétaro y Michoacán, por lo que el gobernador Herrera y Leyva y José Joaquín Canales, alcalde de Monterrey, se pusieron a trabajar de inmediato con medidas necesarias para enfrentar la inminente epidemia.

 

El dramático aviso de la inminente llegada de la Viruela

Veamos el acta donde el gobernador avisa al Cabildo la cercanía de la epidemia:

 

… A trece días del mes de enero de mil setecientos noventa y ocho: Nos el Presidente don Simón de Herrera y Leiba, Teniente Coronel de Infantería Gobernador Político y Militar de esta Provincia del Nuevo Reino de León, Subdelegado de [la] Real Hacienda y Comandante de sus Milicias, don José Joaquín Canales Regidor Alférez Real, don Manuel de Sada, regidor Contador de Menores, don Francisco Javier de Urresti, Regidor Alguacil Mayor, don Manuel Antonio de la Rigada, Síndico Procurador del común, y Regidor Onorario don José Froilán de Mier y Noriega, Mayordomo de Propios y Regidor honorario, don Pedro Manuel de Llano, Regidor Onorario, todos los que componen este Ilustre Cuerpo de Cabildo; y estando así juntos... También hizo presente dicho señor Gobernador Presidente, hallarse con noticias ciertas de irse aproximando a esta Provincia la epidemia de viruelas. Y que a fin de precavir los estragos que pueden resultar de ella, sino se tomaban todas las precauciones y medidas que sean dables, lo hacía presente a este Ilustre Cabildo, para que sobre el particular tomase también por sí las providencias que creyese mas optimas en tan urgente caso. Y después de haber tratado sobre la materia se acordó que el Síndico Procurador, don Manuel de la Rigada, acompañado del Regidor Onorario don Pedro del Llanos, pidieran y propusieran por escrito lo que tubiesen por mas conveniente sobre el particular, para que con mayor instrucción se tomen las providencias oportunas. En lo que convinieron todos los señores de la Junta. Ypor esta nuestra Acta Capitular asi lo acordamos, mandamos y firmamos con testigos de asistencia por inopia de Escribano en los términos de derecho. Damos fe. Simón de Herrera

 

Suman fuerzas el Gobierno y la Iglesia Católica frente a la grave amenaza

Ahora desglosaremos un acta de 17 de enero de 1798 en que se establecen las medidas a seguir frente a la epidemia, esta vez bajo principios más científicos, el gobierno civil se apoyó tanto en la parte médica y económica en la Iglesia Católica.

 

1.- El gobernador Herrera y Leyva acudió al Cabildo a presidirlo. Hay un regidor con el cargo de alférez real, es decir jefe del orden de la ciudad; un regidor Aguacil Mayor, jefe de las guardias, el regidor contador menor -algo similar al presidente la actual comisión de hacienda-; un regidor honorario, es decir que por su experiencia era regidor permanentemente y solo llamado para casos extremos o ceremoniales y el cuerpo general de regidores y el síndico.

 

En … Monterrey, a diez y siete días del mes de enero, juntos y congregados como lo tienen de uso y costumbre todos los señores que han compuesto la Junta de hoy y lo son el señor Presidente y Gobernador de la Provincia Teniente Coronel don Simón de Herrera y los señores Regidor Alférez Real don Joaquín Canales, Regidor Alguacil Mayor don Francisco Xavier de Urresti, Regidor Contador de Menores don Manuel de Sada, Regidor honorario don Froylán de Mier y Noriega, don Pedro Manuel de Llano, don Francisco de Arispe,

 

Se avoca el Cabildo de la Ciudad a prever los contagios de viruela

2.- Se asignó al síndico procurador, Manuel de la Rigada y al regidor Pedro de Llano diseñar un plan para evitar la propagación de la epidemia y tomar las medidas necesarias para atender a los enfermos, de la epidemia que ya era definida como cruel

 

Don Manuel de la Rigada, que también es Síndico Procurador del común, quien en virtud de lo que se tenía acordado en la acta del trece del corriente presentó por sí y por el Regidor don Pedro de Llano un papel muy circunstanciado sobre el modo y método que podía tomarse para precaver en quanto fuese posible el cruel azote de la epidemia de viruelas a los habitantes de esta ciudad proponiendo medios y arbitrios para poder subvenir a los indispensables gastos que debería haber y para atender y cuidar a los pobres de primera necesidad: 

 

Dirige el operativo de combate a la viruela, el único médico 

que además era fraile

3.- Para la atención de los enfermos se designó al franciscano de nombre Antonio  de la Vera y Gálvez, único médico de la ciudad, a atender y dirigir el grupo de personas que ayudarían en el combate a la epidemia. El fraile lo haría “por caridad” es decir gratuitamente. El padre decidió dividir la ciudad en Cuarteles para contener la propagación de la enfermedad y recomendó una lista de medicinas:

 

…Después de haberle leydo y consultado sobre el particular lo que hubimos y estimamos por conveniente acordamos que se archivase dicho plan y que respecto a no haber en esta ciudad, en la ocasión presente mas facultativo en medicina que el R. P. Fray Antonio de la Vera y Galbez, Religioso Lego del Convento de Propaganda Fide del Colegio de San Fernando de México que la exerce por caridad, se le pidiese formase un plan del método que debía observarse para la curación de dichas viruelas (Dio el padre Antonio el método de curación y asistencia de la viruela, se mandó copiar para darle a los encargados de los Cuarteles y se archivó el ejemplar. También dio la minuta de medicinas… 

 

4.- La ciudad y sus alrededores se dividió en 20 cuarteles y en cada uno se nombró a una o dos personas que actuarían bajo la dirección del padre Antonio:

 

que al mismo tiempo diese una minuta de las medicinas que creía debían acopiarse para atender a los pobres necesitados; acordamos también que se repartiese la ciudad y sus extramuros en veinte divisiones o quarteles que se pusiesen a cargo de uno o dos sujetos de circunstancias para el cuidado y asistencia de los virulentos, que a estos encargados de barrio se les pasase la instrucción curación que se le pide a dicho padre Fray Antonio, y que este papel también archive cuando se verifique que lo de. 

 

5.- Se determinó dar atención especial a los pobres que vivían en jacales. Estos serían atendidos en el llamado Hospital Nuevo que era la casa que Nicolás de Vandele Massien había preparado para casa del gobernador y que hoy es el Museo de Culturas Populares. El Obispo puso a disposición del ayuntamiento el edificio, se buscaron personas piadosas que atendieran a los pobres en el hospital, mientras que los ricos o los medianos que tuvieran casas salubres eran atendidos en sus propios hogares. 

 

Que se ponga un hospital provincial para recoger en el a los muchos pobres que deben sufrir la epidemia y viven en xacales con mucha miseria, y que se pida al Ilustrísimo Señor Obispo para este fin las llaves del hospital nuevo del que se encargara a un sujeto que por caridad quiera hacerse cargo del, buscando hombres y mujeres prácticos para la asistencia y curación de los enfermos. 

 

Dona el Obispo 300 pesos para auxiliar a los regiomontanos más pobres

6.- Para el sostenimiento del aparato sanitario se pidió al obispo que hiciera una donación económica que fue de 300 pesos.

 

Que se pase una diputación con oficio de este Cabildo al Ilustrísimo Señor Obispo para que concurra con la cantidad que guste dar para tan recomendable objeto: que se pase también oficio sobre el particular al Vicario señor Dean y Cabildo de la Santa Iglesia y al Cura Párroco y Clero [Nota al margen] Se pasó el oficio que se previene con la fecha del 18 del corriente. Contexto su Ilustrísima ofreciendo dar de pronto 300 pesos y que quedaban las llaves del Hospital a disposición del cabildo y le archivo dicha contestación en copia del oficio]. 

 

7.- A su vez el obispo dispuso de 13 religiosos para que atendieran espiritualmente a los enfermos.

Que se pida también a dicho Ilustrísimo Señor Obispo nombre para la asistencia Espiritual de los enfermos de cada quartel los eclesiásticos que guste [Nota al margen: Nombró su Ilustrísima 13 eclesiásticos comprendidos entre el R. padre Guardián y dos religiosos del Convento de San Francisco]. 

 

Se organiza una colecta entre la población para el mismo fin

8.- También se apeló a la buena voluntad de la ciudadanía. De los recursos de la iglesia parroquial se consiguieron 150 pesos; en total la colecta alcanzó los 1,359 pesos, además de los donativos en especie como medicamentos y ropa para uso de los enfermos, en particular destacó la donación de un vecino de nombre Julián de Arres, quien dio de limosna dos botas (costales) de sebo para la elaboración de velas y 70 panes de jabón con un valor total de 25 pesos.

 

 

Al mismo tiempo se acordó que con las cantidades que se colecten se compraren frasadas y ropas necesarias para el socorro de los pobres y se hiciesen camas para los que havian de hir al Hospital y cuanto mas se necesitase para el cuidado y socorro de estos [Nota al lado de la foja: Se pasaron también los oficios al V.e Dean y cabildo, y cura parroco, dando el primero de dichos cuerpos 150 pesos y el señor cura por sy y su clero ciento treinta y ocho pesos]. 

 

Se organiza también una colecta de maíz porque la gente no salía a trabajar

9.- Igualmente se hizo una colecta de maíz que se dispuso de los pósitos reales (depósitos de grano propiedad del rey) y de donativos de vecinos, esto porque los vecinos estaban confinados en sus cuarteles y no podían salir de ellos, con lo que se desatendieron las milpas y se detuvo la producción.

 

 

Que de el maiz acopiado para el abasto público se separe para atole y alimento de los enfermos y sus asistentes, el que se creyese necesario. Acordamos también que para el día diez y nueve del corriente se convocasen todos los vecinos pudientes para que haciéndoles presentes el contenido de lo acordado en esta acta, ofreciese cada uno voluntariamente lo que tubiese por conveniente. 

 

La atención del hospital era sólo para pobres; los ricos se atendían en sus casas

10.- El hospital solo debía atender pobres y los más acomodados debían ser atendidos en casa según las instrucciones de los encargados sanitarios de cada cuartel.

 

Que el Hospital provisional solo debe servir, atenido a los cortos fondos que hay para su subsistencia para los pobres de primera necesidad y de la ciudad, y que los que no sean enteramente necesitados se les socorra en sus casas con las medicinas que no puedan comprar, de lo que cuidarán los encargados de Barrio, a quienes se les pasará una instrucción de lo que devan practicar por el señor Presidente. 

 

11.- Aprobación del acta por todas las autoridades que participaron en esta histórica sesión del ayuntamiento.

 

Asi lo acordamos, mandamos y firmamos por esta acta capitular con testigos de asistencia por no haber escribano en los términos del derecho damos fe. Simón de Herrera, Joseph Joachin Canales, Manuel de Sada, Francisco Xavier de Urresti, Joseph Froylán de Mier y Noriega, Pedro Manuel de Llano, José Francisco de Arispe, Manuel Antonio de la Rigada, de asistencia Miguel Margain, Ygnacio Navamuel

 

Las medicinas que se aplicaron fueron traídas de San Luis Potosí, empleándose purgas, quinina, sales de nitro y cantárida. Flores de durazno (para elaborar jarabe), de sauco, borraja y amapola; el “espíritu de azufre” se aplicó para el específico fin de purificar el aire.

 

Llega la vacunación a Monterrey con niños contagiados como bancos de vacunas 

Luego llegó a la Ciudad un método más moderno, la vacunación, o mas bien un método primitivo de vacunación. El consejo del rey consiguió un número indeterminado, al parecer cerca de medio millar de niños y adolescentes enfermos que se repartieron por todo el imperio.

 

Después, en un lugar público -en Monterrey la plaza de Armas (hoy Plaza Zaragoza)- el médico, en este caso fray Antonio, con una aguja punzaba la póstula o viruela de un enfermo y luego punzaba el brazo de una persona sana.

 

Había dos posibilidades de que el vacunado generara anticuerpos y no desarrollara la viruela o bien que la desarrollara levemente.

 

En el hospital se atendieron a 181 personas y en sus casas a 327.

 

La vacunación fue muy exitosa; sólo murieron 21 personas en la Ciudad, 

por 150 en el área rural

Los efectos fueron sorprendentes, pues en toda la ciudad sólo hubo 21 muertos: 2 de los inoculados que les hizo mala reacción; 6 en el hospital y 13 que murieron en sus hogares.

 

En el área rural del Nuevo Reino de León los muertos ascendieron a poco más de 150.

 

La gente tenía temor de la vacuna y se mostró reacia a aplicársela; fue necesario que el gobernador Simón de Herrera y Leyva, su esposa y su familia se vacunaran en público para que el pueblo se animara a hacerlo.

 

Los capitalinos se negaron a vacunarse y murieron 5 mil

En la Ciudad de México donde la gente se negó a la vacuna se dieron mas de 5 mil muertes.

 

Esta vez fue la primera vez que se atiende una epidemia con métodos médicos científicos y los resultados fueron sorprendentes. El ayuntamiento y el gobierno de la Provincia actuaron con rapidez y orden. Asimismo, la sociedad se disciplinó y se mantuvo dentro de sus casas.

 

Otro detalle importante es que aunque el gobierno realizó ciertos gastos como la dotación de maíz y el pago a voluntarios, la solidaridad social y de la Iglesia Católica fueron básicos para que la situación no se saliera de control. La epidemia causó estragos por todas las Américas y se exportaron pocos casos a Asia, las Filipinas y a Europa; para el año de 1800 todo había pasado.

 

Sin embargo, el siglo XIX traería nuevas epidemias.

Continuará…

 

 

Fuentes:

Cavazos Garza Israel, Breve historia de Nuevo León Publicado por Fondo de Cultura Económica, México 1994

David Alberto Cossio, Tomó IV, Historia de Nuevo León, Congreso del Estado de Nuevo León.

https://www.redalyc.org/pdf/137/13711403.pdf

ARCHIVO DE LA CIUDAD DE MONTERREY.

COLECCIÓN ACTAS DE CABILDO: 13 de enero de 1798, 17 de enero de 1798